La inflación fue de 2,1% en septiembre pero el poder de compra sigue sin recuperarse y cayó más de 11% en un año

Aunque la inflación muestra signos de desaceleración, los salarios continúan rezagados y el poder adquisitivo no se recupera. Según el INDEC, los ingresos subieron 2,5% mensual en julio, pero en la comparación anual registran una caída real superior al 11%. La estabilidad macroeconómica no llega aún al bolsillo de los trabajadores.

 

 

El Gobierno de Javier Milei celebra la desaceleración de la inflación como uno de sus principales logros económicos. Sin embargo, los datos del Índice de Salarios del INDEC muestran una realidad menos optimista: aunque los precios suben más lentamente, los ingresos de los trabajadores siguen sin recuperar el poder de compra perdido durante los últimos meses.

Según el informe del INDEC correspondiente a julio de 2025, los salarios tuvieron un incremento promedio del 2,5% mensual, apenas por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de ese período. Pero la lectura interanual y acumulada deja al descubierto el verdadero problema: la inflación baja, pero los sueldos no se recuperan con la misma velocidad.

El IPC de septiembre marcó una variación mensual del 2,1%, con una inflación acumulada del 22% en lo que va del año. Aunque es el registro más bajo de los últimos años para este tramo del calendario, los salarios registrados, públicos y privados, solo aumentaron un 23,7% entre diciembre de 2024 y julio de 2025.

Esto significa que, pese a la aparente mejora estadística, la pérdida de poder adquisitivo persiste. De hecho, el INDEC estima que en la comparación interanual la caída real del salario alcanza en algunos sectores más del 11%, una cifra que explica por qué la baja de la inflación aún no se traduce en alivio en los hogares.

El informe también revela una creciente brecha entre distintos segmentos del mercado laboral.

  • Privado no registrado: es el que más crece en términos porcentuales, pero sufre los efectos de la informalidad, con ingresos volátiles y sin protección social.
  • Sector público y privado registrado: aunque muestran estabilidad relativa, siguen perdiendo terreno frente a los precios. Las paritarias recientes han intentado compensar la brecha mediante bonos y sumas fijas, pero el deterioro acumulado sigue siendo profundo.

Así, el mercado laboral argentino se muestra cada vez más polarizado entre quienes logran mantener su poder adquisitivo y quienes caen progresivamente por debajo de la línea de pobreza, incluso con empleo formal.

Mientras el Gobierno insiste en mostrar superávit fiscal y una inflación controlada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó la proyección de crecimiento del PBI argentino al 4,5% para 2025 y ajustó al alza la inflación proyectada al 41,3% anual.

El organismo internacional mantiene su presión para que la Argentina acumule reservas, elimine los controles cambiarios y consolide su ancla fiscal, condiciones necesarias para acceder nuevamente al financiamiento internacional.

Pero detrás de los números macro, la realidad social marca otro pulso: el ajuste se apoya en el estancamiento del salario real, y la reactivación económica parece distante mientras el consumo doméstico siga en retroceso.

 

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