Franca y Sál, dos restaurantes porteños destacados por la Guía Michelin, cerraron sus puertas debido a la crisis económica. La inflación, los altos costos y la caída del consumo afectaron incluso a proyectos exitosos y con reconocimiento internacional.
Franca y Sál, dos de los restaurantes más prestigiosos de la Ciudad de Buenos Aires y recomendados por la reconocida Guía Michelin, confirmaron en las últimas horas el cierre definitivo de sus puertas. A pesar de haber cosechado elogios por su calidad y originalidad, la crisis económica los obligó a bajar la persiana, despertando preocupación en todo el sector gastronómico.
Ambos establecimientos representaban la alta cocina porteña con propuestas innovadoras y cuidadas al detalle. Franca, ubicado en el barrio de Palermo y liderado por el chef Julio Báez, había logrado destacarse por su estilo de cocina contemporánea y su ambiente único. Sál, por su parte, apostaba a la cocina nórdica, con la impronta del chef Nicolás Díaz Martini, y se había ganado el favor tanto del público como de los críticos.

Sin embargo, la inflación, el aumento de los costos operativos y la falta de previsibilidad resultaron insostenibles, incluso para proyectos de éxito internacional. Los dueños de Franca explicaron en redes sociales: “No fue una decisión fácil, dolió mucho, pero creemos que es el momento correcto. Franca nació con la filosofía de ser más que un restaurante: un lugar de encuentro y de sueños compartidos”. Y añadieron con pesar: “Este cierre es el resultado de una realidad económica que nos toca profundamente y ya no podemos sostener”.
El caso de Sál fue similar. A través de un comunicado, el equipo expresó que el cierre se debía a “razones ajenas a su voluntad” tras tres años de funcionamiento. “Tuvimos dos menciones en la Guía Michelin (2024 y 2025), miles de smørrebrød, shots de aquavit y platos con sabores únicos. Nos duele cerrar, pero es la realidad que nos toca enfrentar”, señalaron.
Desde el sector gastronómico advierten que este tipo de cierres no son casos aislados y que la situación afecta a toda la cadena: desde restaurantes de alta gama hasta pequeños comercios de barrio. La falta de herramientas para enfrentar los crecientes costos y la pérdida de poder adquisitivo del público reducen los márgenes al mínimo, dejando poco margen de maniobra incluso para los mejor posicionados.
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