El arzobispo porteño reconoció que hay muchos que han detenido su marcha porque no le encuentran el sentido a sus vidas, pero alentó a seguir caminando unidos y con esperanza y a no dejarse ganar por la impotencia del “no se puede”. Alertó también sobre los “atajos tramposos” y las promesas de “espejitos de colores”. Nueva advertencia episcopal sobre la pobreza y el narcotráfico.
En la basílica de Luján, al hablar en la homilía de la misa con la que concluyó la peregrinación a pie al santuario de la Virgen, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, alentó a los peregrinos a seguir caminado unidos y con esperanza pero advirtió que “hay muchos hermanos en nuestro país que ya no tienen fuerzas para seguir, no encuentran sentido al camino de sus vidas, han detenido su marcha”. El obispo dijo que a ellos “les pesa demasiado la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad”. A la multitud de todas las edades reunida en la basílica García Cuerva le recordó que “por ellos también peregrinamos, los traemos en la mochila del alma; porque no queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor, ni tampoco dejarnos ganar por la impotencia del ‘no se puede’ ”.
En el interior del templo y en la plaza de Luján escuchaban atentamente miles de peregrinos exhaustos que habían iniciado el sábado su travesía a pie desde la parroquia de San Cayetano, en el barrio capitalino de Liniers, y caminaron primero bajo el sol y luego soportaron la tormenta y la lluvia.
El obispo reconoció que los peregrinos llegan a Luján con “nuestras cruces personales, con dolores y tristezas, cargando fracasos y broncas” para decirle a la Virgen que “necesitamos tu amor de Madre, ese amor que cura, ese amor que no juzga, ese amor que nos levanta y que nos anima en la esperanza”.
A quienes arribaron hasta el mayor templo católico del país, el prelado les recordó que “la Madre de la Argentina nos impulsa a continuar el camino” pero “nos pide -dijo- que lo hagamos unidos, que podamos también mirarnos entre nosotros con misericordia, y que estemos cerca de los que la están pasando mal”.
Atendiendo a ello García Cuerva alentó a caminar “por los que no dan más”, por “nuestros abuelos”, por “nuestros adolescentes y jóvenes atravesados por la droga y el alcohol”, por “los que perdieron un ser querido víctima de la violencia”. Caminamos, siguió diciendo, por “los más pobres”, los niños, las familias, “por los que buscan trabajo”, pero también “por nuestros sueños e ideales, (…) por nuestra Patria”.
Para el arzobispo “caminar con esperanza es no aflojar, es confiar en los que van a nuestro lado, es no transformarnos en profetas de calamidades que sólo hacen diagnósticos de lo que ya sabemos que está mal porque lo vivimos todos los días; caminar con esperanza es ser agradecidos por las pequeñas cosas de todos los días; caminar con esperanza es no dejarnos ganar por el desaliento y la tristeza”, subrayó. Y agregó que “caminar con esperanza (…) es seguir adelante, aunque por momentos, el egoísmo, la violencia, y la injusticia parezcan ganar”.
A modo de compromiso el arzobispo porteño sostuvo que “hoy le decimos a la Virgen de Luján que como pueblo no nos vamos a detener a pesar de las piedras y las dificultades del camino; tampoco vamos a ir por atajos tramposos con propuestas facilistas y superficiales que nos prometen ‘espejitos de colores’ ”.
Jorge García Cuerva finalizó su homilía afirmando que “nos comprometemos a seguir adelante, porque no está todo perdido”. Admitió que “podemos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón; porque estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre, que nunca nos deja solos y nos anima a caminar con esperanza, a no claudicar en recorrer juntos caminos de fraternidad, de diálogo y de encuentro entre los argentinos”.
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