Un informe de la CSIRA y el CEPA advierte que en junio se profundizó la crisis en la industria y la construcción: se perdieron más empleos, cerraron más de 3.000 empresas y crece la conflictividad sindical. Con capacidad ociosa superior al 40% y salarios que no le ganan a la inflación, ni las inversiones ni las exportaciones logran compensar el deterioro.
La Confederación de Sindicatos de la Industria de la República Argentina (CSIRA) y el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) elaboraron un informe llamado «Sin industria argentina no hay empleo» a partir de datos oficiales de junio de 2025 sobre la situación de empresas y gremios industriales.
La CSIRA, conformada por 36 sindicatos con casi 900 mil trabajadores afiliados en total consiguió datos del 75% de los gremios consultados. Allí estimaron que entre noviembre 2023 y mayo 2025 se perdieron 98.736 trabajadores con empleo asalariado registrado del sector privado.

Registrando su peor momento en julio de 2024, con 134.728 empleos asalariados privados perdidos, la serie llegó a mayo de 2025 lejos de obtener siquiera una paridad con respecto a noviembre de 2023 y 98.736 asalariados perdidos.
Entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, se perdieron 33.183 puestos de trabajo en el sector industrial manufacturero de acuerdo con los datos SIPA pero quienes peor parados quedaron son los trabajadores del sector minero y de la construcción, con 97.130 trabajadores asalariados perdidos para un total que rondaba los 1.7 millones de empleados.
Además, desaparecieron 1.482 empresas industriales y 1.669 empresas de la construcción. Los resultados de la encuesta reflejan un deterioro generalizado en la actividad económica y laboral.

Respecto a la percepción de las representaciones gremiales, 8 de cada 10 sindicatos reporta que su situación general se encuentra peor que en el trimestre anterior, 7 de cada 10 indica eso mismo en las ventas y producción de su sector, y con máquinas funcionando al 50%. Ni la inversión ni las exportaciones aparecen como una variable que permita compensar la caída.
En paralelo, los convenios colectivos muestran un retroceso marcado y las condiciones de trabajo se agravaron: predominan los recortes de horas extras, las suspensiones, los adelantos de vacaciones, los retiros voluntarios, las jubilaciones anticipadas y, sobre todo, los despidos que crecieron en siete de cada diez sindicatos.
Respecto a las negociaciones paritarias, 9 de cada 10 sindicatos indica que abrirá discusiones tras la devaluación. Sin embargo, los acuerdos se dividen entre los que pierden contra la inflación (32%) y los que logran empatar contra la inflación (60%). Muy pocos superan la pauta inflacionaria (5%). El 31,8% de los sindicatos negocian paritarias por debajo de la inflación y el 4,5% no cierran paritarias.
Casi todos reconocen dificultades para negociar, 95% fundamentalmente por la falta de previsibilidad, la demora en la homologación de acuerdos y la resistencia empresaria. Los temas salariales siguen siendo centrales, emergen otros debates vinculados a capacitación, seguridad e higiene y actualización de categorías. Pese al contexto adverso, las paritarias también se utilizan como espacio para discutir condiciones laborales más amplias.
La percepción económica del 45,5% de los sindicatos prevé un empeoramiento en el próximo trimestre y ninguno espera mejoras. En agosto, el 86,4% anticipa una situación peor que el trimestre anterior, frente al 70,4% en junio. Entre las principales causas encuentran: Pérdida del poder adquisitivo (62,5%), caída de la obra pública y acuerdo con el FMI (25% cada uno) y apertura importadora (12,5%) aparecen como las principales razones que afectarían la actividad hacia adelante.
El diagnóstico de las empresas coincide con el de los gremios. El 95,7% afirma que su situación es peor que hace un año, y más de la mitad se reconoce “mucho peor”. El 52,2% tiene más del 40% de su capacidad instalada ociosa y ninguna prevé mejoras en los próximos seis meses.

La destrucción de empleo es generalizada: el 73,9% de las compañías realizó despidos, la mayoría de hasta un 5% de su personal. Además, el 61% redujo turnos de producción y un 56,5% ofreció retiros voluntarios.
El informe concluye que el empleo argentino continúa en retroceso, con la industria como epicentro de la crisis, y alerta sobre la combinación de despidos, cierre de empresas y negociaciones colectivas a la defensiva. Una situación a todas luces, crítica.
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