Conscientes de que cualquier chispa podía hacer naufragar el quórum, los bloques opositores optaron por no incluir en el llamado a sesión la discusión sobre la comisión investigadora del caso LIBRA. El diseño fue quirúrgico: concentraron el temario en cuestiones de alto voltaje social apelando a la presión de la calle y al costo político de ausentarse. Pero una vez dentro del recinto, con la sesión en marcha, la oposición jugó su carta. Amparado en el artículo 228 del reglamento, el diputado Oscar Agost Carreño propuso que el cuerpo legislativo destrabara la situación institucional generada por el oficialismo.
La iniciativa fue rechazada por los diputados libertarios, el PRO y el propio Martín Menem que intervino como si fuera un legislador más. Germán Martínez, jefe del bloque de Unión por la Patria, lo cuestionó: “Se comporta como si fuera presidente de un bloque y no de la Cámara”, señaló. Más directa fue Cecilia Moreau, quien denunció: “Está incumpliendo los deberes de funcionario público. Tiene mandato hasta fin de año. Tiene que correrse a un lado si la estafa de LIBRA lo involucra y dejar que esta Cámara lo investigue. No está facultado a tomar decisiones por encima de este cuerpo”, advirtió.
Tras dos horas de discusió y un cuarto intermedio, la oposición optó por una retirada táctica y se anotó una victoria a medias: no logró forzar la votación para designar autoridades de la comisión, pero obtuvo el compromiso de que será convocada la próxima semana. “Menem nos quería llevar a votar un apartamiento del reglamento, y ahí perdíamos. Le regalábamos el título de que se cayó LIBRA”, explicó a este diario uno de los legisladores del armado opositor. Fue Germán Martínez quien comunicó que la moción de Agost Carreño quedaría en suspenso. El acuerdo entre bloques consistió en avanzar primero con el tratamiento de los proyectos previsionales y, una vez finalizado ese debate, retomar la comisión para definir su conducción.
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