Internacionales

Vientos del Sur: los emergentes plantaron bandera en EE.UU.

Dilma y Cristina protagonizaron en la ONU la rebelión de los países en desarrollo que instalaron una nueva agenda en el corazón del poder global. La declinación del imperio americano, cepo a la voracidad financiera y cómo será el nuevo mapa del poder mundial.

Llegó con unos apuntes en sus manos. Se alcanzaba a ver la letra manuscrita, grande, parecían notas recién escritas. Los discursos anteriores se extendieron más de lo previsto, el organigrama llevaba casi dos horas de retraso. Ella fue una de las últimas en hablar esa jornada. El avión presidencial la esperaba para retornar esa misma noche a Buenos Aires. Aclaró: “Mejor así, al hablar comenzada la reunión se puede interactuar, argumentar contra otras ponencias”.

Y claro que lo hizo. Desde el atril de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Cristina Fernández de Kirchner acusó a las grandes potencias –fundamentalmente al dueño de casa, Barack Obama– de sostener un “doble estándar” en su política internacional, los trató de hipócritas, desnudó los intereses de los países fabricantes de armas y del lobby financiero, e interpeló a uno de los países más poderosos de Medio Oriente, quien debe darle una pronta respuesta a su reclamo si no desea dejar en evidencia un discurso vacío y falso.

El mismo día, pero unas horas antes, al abrir el fuego en la Asamblea, la presidenta brasileña acusó a Washington, delante de decenas de jefes de Estado y reyes, de utilizar la amenaza terrorista para espiar a gobiernos y empresas extranjeras.

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