La reciente paritaria del 1% para los trabajadores rurales, sumada a una “suma fija” de $8000, es un insulto y una vergüenza nacional. En total, apenas alcanzan los $16.000, una cifra que no cubre las necesidades básicas de ninguna familia en Argentina.
Es inaceptable que quienes son el verdadero motor del país, produciendo los alimentos que llegan a nuestras mesas y generando gran parte de la riqueza nacional, sean tratados con tal desprecio. Los trabajadores del campo merecen salarios dignos y condiciones laborales justas, que reflejen su esfuerzo y la importancia vital de su labor.
Esta situación no solo precariza la vida de miles de familias, sino que también atenta contra el futuro de nuestra producción. Es hora de reconocer el valor de nuestros trabajadores rurales y exigir un trato justo.