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Hugo Moyano, único orador en el acto del Día del Camionero.
No tengo vocación de bufón”, fue la primera advertencia que hizo Hugo Moyano, mientras la impiadosa lluvia seguía cayendo sobre el estadio de Huracán. Estaba hablando de su destino personal, de su futuro político. Desde que pronunció esa frase, incluso desde antes, quedó claro que el secretario general de la CGT había decidido dar un fuerte giro en su posicionamiento frente al gobierno. Era una decisión de inevitables consecuencias para su trayectoria como dirigente del peronismo.
Ante unas 50 mil personas, en su mayoría afiliados de Camioneros, Moyano anunció su renuncia indeclinable a la presidencia interina del PJ bonaerense y la vicepresidencia primera del PJ nacional. “El PJ es una cáscara vacía, sin contenido político ni decisiones políticas, y vaciado de peronismo”, se quejó entre los aplausos de sus colaboradores y de dos de sus hijos, Pablo –secretario adjunto del gremio– y Facundo, diputado nacional. La renuncia a los cargos partidarios era, también, una apuesta. En el anuncio estaba implícito el desafío: convertirse en un polo aglutinador de los sectores descontentos del peronismo. “Aquellos candidatos que ganaron en las primarias fueron dejados de lado, y luego se incorporaron otros candidatos que en muchos casos no los conocemos o que tienen poco que ver con el peronismo”, cuestionó Moyano sin eufemismos de ningún tipo. Era una crítica directa al avance de los sectores juveniles, sobre todo de La Cámpora, en el armado de las listas legislativas del FPV.
