A 75 años del decreto del aguinaldo: postales de una Argentina en disputa

SINDICAL//NACIONALES                                Fuente: Mundo Gremial    //     Tres Líneas

Existe un período ventana poco analizado entre las jornadas del 17 de octubre de 1945 y las elecciones del 24 de febrero de 1946. Así advertimos Marchas de la “libertad” impulsadas por la Unión Democrática, la instalación del fantasma en el nazi peronismo, movilizaciones populares y defensas de las conquistas obreras que se fueron dando durante ese último tiempo.

El presente trabajo tiene como objeto analizar el contexto emergencia del decreto No 33.302 de diciembre de 1945 conocido como la disposición administrativa que instala el aguinaldo obligatorio por primera vez en nuestra historia. Pensar el peronismo a partir del 17 de octubre es recortar en parte la rica historia de lucha de nuestro pueblo, consideramos que es imposible pensar la gesta de octubre sin analizar el paso de Perón por la Secretaría de Trabajo y Previsión, esta oficina que tenía la apariencia de ser una repartición burocrática como dice Rodolfo Puiggros fue la llave del futuro político de Perón y agrego de nuestras masas.

Parte del elenco gobernante atraído por la sensibilidad de la vieja Argentina consideraba que Perón no podría resolver el conflicto social del período y que con su demagogia su política transitaría el rumbo del fracaso. La oposición hija de la Década Infame se encargaba de mostrar una Argenta fascista y clerical ante las agencias de propaganda de los imperios democráticos.

El período va a coincidir con un proceso de transición al interior del movimiento obrero, donde aparecen socialistas que muestran vocación de comprensión de la nueva coyuntura, Ángel Borlenghi, Juan Atilio Bramuglia son ejemplos de un nuevo período en la relación entre lo gremial y el Estado. Ese nuevo dialogo se explica por los dotes de conductor de Juan Domingo Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión.

A medida que avanzaba la influencia y el trabajo político de Perón sobre el movimiento obrero, sectores burocráticos se volvían más feroces para cuidar sus privilegios semicoloniales no analizando la batería de políticas sociales que por primera vez tenían como destinatarios al movimiento obrero en su totalidad.

Entre los sectores mencionados figuran los dirigentes del Partido Comunista quienes señalaban la demagogia de Perón, aducían que la lucha más urgente era la liberación del fascismo en Argentina responsabilizando de esto a Perón.

Así fue que los días previos al 17 de octubre este espacio político se manifestará a favor de un Gobierno de la Corte Suprema, lo cual significaba la suspensión de la política

obrera que se venía gestando desde la asunción de Perón como Secretario de Trabajo y Previsión. El 17 de octubre será un duro golpe de realidad para estos sectores que fueron testigos de una movilización popular sin precedentes, lo que estaba en juego era la realidad efectiva y urgente de la clase obrera a la que la izquierda liberal no supo comprender.

El Partido Comunista en su órgano de prensa dirá: “(…) El malón peronista con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al país (…)”.

Esa caracterización se sostuvo más allá del éxito político y social que obtuvo Perón luego de su liberación de Martín García. Así, en un acto de diciembre de 1945 Secretario General del Partido Comunista Vittorio Codovilla dirá que la tarea más urgente es batir al nazi-peronismo y abrir la libertad y el progreso. Además sostenía que el nazi peronismo era víctima de la debilidad de las minorías, formada por un conglomerado sin principios y heterogéneos. Como dice Jorge Abelardo Ramos, en tono burlesco, la aplastante derrota electoral de febrero de 1946 demostró que Codovilla no estaba en condiciones ni de guiar una sociedad vecinal.

Un año atrás el dirigente comunista se había pronunciado en contra de la sanción del Estatuto del Peón Rural, argumentando que iba en contra de los campesinos,

confundiendo realidades, su libreto teórico anclado en Europa vinculaba campesinos como sujeto de cambio que sacudían los estamentos de la sociedad medieval. En

Argentina la importación mecánica de ideas produjo este tipo de malas interpretaciones políticas, los campesinos en Argentina son categoría capitalista insertada en la dinámica de la producción que tienen a su cargo peones, éstos eran al momento de la sanción del Estatuto los asalariados que sufrían las desigualdades de este tipo de producción.

La reacción había tenido capacidad de movilización durante septiembre de 1945 convocando a la famosa Marcha de la Constitución y la Libertad, movilización que aglutinó a lo que a posteriori fue la Unión Democrática en la que confluía desde conservadores, pasando por radicales alvearistas, hasta el Partido Comunista y Socialista, detrás de este agrupamiento se encontraba la mano del embajador norteamericano Spruille Braden.

El 8 de diciembre de ese año este espacio convocaba a una nueva marcha bajo el lema “Por la libertad, contra el nazismo” en la que participaban 200.000 personas, el himno de estas convocatorias era la Marsellesa y en la iconografía del escenario figuraban cinco grandes retratos, Franklin Roosevelt, Harry Truman, José Stalin, Clement Attlee y Winston Churchill, muchas de esas figuras pertenecientes a imperios que subyugaban nuestra nacionalidad. Uno de los oradores del cierre fue el socialista Alfredo Palacios quien apuntaba hacia el nazismo del “candidato imposible” haciendo referencia a la figura de Perón. El cierre de esta marcha será de enfrentamientos, heridos, muertos, así un clima de violencia política azotaba a Argentina.

El 14 de diciembre Perón responde con una fuerte convocatoria, la más importante desde el 17 de octubre, en su discurso el conductor de la nueva Argentina repasaba el legado de Yrigoyen, así jugaba a la interna del radicalismo, sosteniendo el deseo de convertir la revolución en evolución, un concepto propio de este período. Ese discurso será el que inmortalizará la analogía entre la figura del descamisado y el peronismo, Perón se saca el saco y se arremanga la camisa y dirá “(…) nosotros no nos deshonramos por ser descamisados, nos deshonramos por ser fraudulentos o ladrones (…)”

La imagen de los símbolos no se reduce a los descamisados, un año después un opositor dirá “(…) el símbolo del peronismo es el bombo que anuncia la venganza (…)” “(…) el bombo es símbolo tumulto y desorden (…)”.

Durante esos días también la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) anunciaba su disolución para acompañar al flamante peronismo.

Así llegamos al 20 de diciembre de 1945 en un clima signado por el enfrentamiento político, donde el arco reaccionario jugaba sus últimas fichas con fuerte vocación violenta.

El peronismo redoblaba la apuesta y fue desde un espacio vinculado a la Secretaría Trabajo y Previsión a través del Instituto de Remuneraciones que se estableció el decreto ley que sancionaba el aguinaldo por primera vez en nuestro país. Con esto queremos decir que el aguinaldo no nace de un cuento de rosas, sino que existe un contexto político adverso y que está medida supone un profundo convencimiento de que en la Nueva Argentina los trabajadores ocupan un lugar central.

La reacción fue inmediata, algunos como Borges ironizaban la medida diciendo “resulta que el año ahora tiene trece meses”. Las fuerzas vivas del país unificadas rechazan la medida, la Unión Industrial, la Bolsa de Comercio, se convocaba a un lock out patronal. El Partido Comunista se unía al lock out porque lo consideraba como una forma de enfrentar al nazismo, acusando a la medida de corporativista. Lo cierto es que a los trabajadores poco les importaban estas especulaciones alejadas de la realidad material de la mesa navideña.

La sanción del aguinaldo significó el último gran intento destituyente por parte de la reacción, Codovilla sostenía que en el caso de triunfar el peronismo en elecciones las Naciones Unidas debería prohibir que el nazismo haga su cabeza de playa en Argentina.

Al parecer el fantasma destituyente, no solo corría por la imaginación de Codovilla. Elpropio Félix Luna dirá que entre diciembre y enero se empieza a correr el rumor el

extravagante de una invasión de Aliados en Argentina. Sin embargo, en el Departamento de Estado al parecer no existía un único criterio, y en el juego de halcones y palomas, el más radical era Braden que sostenía que la acción armada era la única manera de frenar la marea peronista.

Mientras del lado del movimiento obrero se iba consolidando un pathos, un sentir y una experiencia, vinculado a la espontaneidad y la autoconciencia. El reconocimiento por primera vez de que podían ser sujetos de derechos en la nueva Argentina. Pero también la sensación de que se abría un nuevo período donde el movimiento obrero sería protagonista.

 

Por Emmanuel Bonforti 

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