El parate de las mil obras públicas con financiamiento nacional, con distinto grado de avance, en toda la provincia, recientemente denunciado por el gobernador Axel Kicillof y su ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis, se suma la realidad del día a día de Bahía Blanca que busca recuperarse luego del temporal del pasado diciembre.

A casi dos meses de la peor tormenta que registra la ciudad en sus casi dos siglos de historia, la reconstrucción avanza exclusivamente por el esfuerzo mancomunado de los gobiernos local y provincial, ante la ausencia total del gobierno nacional.

En la noche del sábado 16 de diciembre, un temporal de agua y viento azotó la ciudad, destruyó tanto las líneas de tensión eléctrica como las conexiones telefónicas y de internet. La tormenta hizo colapsar el techo del gimnasio del club Bahiense del Norte, justo cuando se realizaba la muestra de fin de año de patín artístico infantil. Fallecieron 13 personas.

El saldo de los destrozos sumó el derrumbe de 300 casas y voló los techos de 12 mil viviendas. Además, hubo más de 14 mil árboles y postes caídos que generaron cuantiosas pérdidas materiales. Los 24 clubes de la ciudad sufrieron daños en sus estructuras, como así también se reportaron 150 instituciones escolares con daños. “47 de consideración y 15 muy graves”, describieron en su momento las autoridades locales.

Al día siguiente, el presidente realizó una visita fugaz al comité de crisis donde trabajaban el intendente Federico Susbielles y el gobernador Axel kicillof con sus respectivos funcionarios. Antes había concurrido a votar en las elecciones del Club Atlético Boca Juniors, en las que Juan Román Riquelme derrotó ampliamente a la fórmula macrista que encabezaba el ex ministro de Modernización, Andrés Ibarra.

“La Nación no puso un peso ni lo va a poner”, explica en diálogo con Buenos Aires/12, el titular de la UOCRA local, Carlos Boer, entre indignado y resignado. “El esfuerzo mayor es municipal y la provincia acompaña mucho. Los sindicatos ayudamos a nuestros afiliados, como podemos, en lo que necesitan”, resalta.

Boer insiste en que hay mucho por hacer todavía, que estaría probablemente ya resuelto si el gobierno nacional que encabeza el presidente Javier Milei no se hubiera desentendido por completo de la suerte de los bahienses, que un mes antes lo habían acompañado masivamente con su voto.

“Quedan árboles caídos y árboles en situación de peligro, se volaron muchos techos de viviendas particulares pero ya se resolvieron; y ahora falta la cuestión de los tinglados de las empresas, que están discutiendo la cobertura con sus pólizas de seguros”, enumera.

Un Estado sin voluntad

Para Boer, el freno de mano aplicado por el gobierno nacional no tiene lógica. “El paso El Cholo cruza la ciudad de norte a sur”, dice refiriénsose a la obra cuya continuidad reclamó el ministro Katopodis a través de sus redes sociales.

En diálogo con este medio, describe: “Hoy tiene un avance de más del 60 por ciento. Tiene hasta los puentes hechos, pero está parada desde diciembre. Esto genera, primero, problemas socioambientales y riesgos de tránsito, porque los vehículos circulan por caminos que fueron pensados como provisorios y se deterioran rápidamente. Segundo, porque por el abandono y falta de mantenimiento, la nueva infraestructura también comienza a deteriorarse”.

“El día que se retome, no se retoma desde el punto en que se dejó, porque esto genera un retroceso, una pérdida de recursos”, concluye. Esa obra empleaba a unos 150 trabajadores, todos locales, porque la ciudad, afirma, “tiene una gran tradición de compre local en todas sus contrataciones, públicas y privadas”.

Por fortuna, la misma empresa, ESUCO Sociedad Anónima, tiene también la obra del camino La Carrindanga, que es de jurisdicción provincial, y gradualmente los va destinando allí. Pero igualmente pesa sobre ellos un gran interrogante a mediano plazo.

Las obras provinciales a veces se demoran por los procesos de redeterminación de precios, porque hay empresarios que toman los momentos inflacionarios como oportunidades para enriquecerse, pero tarde o temprano se resuelve; Nación, en cambio, no atiende más el teléfono, cerraron la ventanilla”, grafica.

Boer es consciente de que la situación de los trabajadores de la construcción es mejor que en otras localidades. “Alrededor del puerto están radicados sectores muy competitivos, exportadores, que se beneficiaron mucho con la devaluación y se preparan para hacer grandes negocios: energía, polo petroquímico, granos, parques eólicos. Eso trae mucha obra privada y absorbe algo de mano de obra, pero no toda”, resume.

Otra decisión inexplicable es detener la obra de la Ruta 33, que une Bahía Blanca con Rosario y la zona núcleo, ya que eso agilizaría todo el transporte, de pasajeros y de carga, de la provincia y del país. Falta muy poco pero no se hace”, describe e insiste en que el mayor problema es que “no hay voluntad del Estado de retomar las obras”, insiste.

Dentro del panorama tan preocupante, Boer destaca la unidad que se dio entre los distintos sindicatos a nivel local, que califica como “histórica” y que se observa tanto en la mesa de la CGT como en el acto del pasado 24 de enero, cuando se realizó el primer paro y movilización contra el DNU de Milei  y la ley ómnibus. “Fueron 15 mil trabajadores a defender sus derechos, y para Bahía eso es un montón”.