Campaña sucia: la verdad detrás del “affaire Cabandié”

 

Las elecciones que vienen son cruciales. Para el Gobierno, que busca fortalecerse en el Congreso para evitar que la inevitable puja por la sucesión paralice los próximos dos años de gestión. Para los opositores, que tomarán el resultado de estas legislativas como un modo de ir ordenando la grilla de candidatos de cara a 2015. Y para las corporaciones, que como es habitual, intentarán sacar tajada en el río revuelto que implica la puja por el sillón presidencial. Con tantas tensiones flotando en la atmósfera política, era de esperar que brotaran operaciones que persigan enlodar la imagen de los participantes. Se las conoce como campañas sucias, y son un clásico de la política global.

El truco consiste en difundir información que perjudique al oponente. Para provocar un daño aceptable basta con que la acusación resulte verosímil, no necesariamente que el dato sea veraz. La diferencia parece sutil,…

pero no lo es: el folclore proselitista admite la munición gruesa, pero distinto es destruir la honra de alguien con datos falsos. El riesgo, en ese caso, es que el electorado descubra la treta y penalice en las urnas al que intentó venderle gato por liebre. Por el filo entre verdad y verosimilitud transita la manipulación, es decir, tomar un hecho cierto que, en crudo, puede resultar menor. Pero que debidamente ornamentado puede derivar en tremendo escándalo. Para que esto ocurra, claro está, es necesario contar con la complicidad de los medios de comunicación, que le terminan de dar el certificado de calidad que la información requiere para ser consumida por la audiencia. Cuánto más potencia tenga el medio difusor, mayor impacto tendrá la operación. Y mayor será el daño.

Esta semana, el destinatario de una operación con estas características fue el candidato a diputado K por la ciudad de Buenos Aires, Juan Cabandié. A quince días de las urnas, manos anónimas desempolvaron un viejo video donde se observa al legislador discutiendo con una agente de tránsito por una infracción. El episodio ocurrió en mayo, pero recién se conoció cuando la campaña ingresaba a su etapa final. El momento elegido no fue casual: en los días previos a la difusión del video, las encuestas marcaban que Daniel Filmus –candidato a senador por la misma lista y distrito que Cabandié– aventajaba por unos puntos a Fernando “Pino” Solanas, el candidato de Elisa Carrió que busca dejar sin la banca al oficialismo en suelo porteño. Pero hay más. Los sondeos también mostraban una reducción en la brecha que, luego de las PASO, se había verificado entre el opositor Sergio Massa y el oficialista Martín Insaurralde en territorio bonaerense. Como el exabrupto de Cabandié ocurrió en Lomas de Zamora –tierra de Insaurralde–, la operación resultó ser una carambola que arrastró al barro a los candidatos del Frente para la Victoria en ambas orillas de la General Paz.

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