Por:
Ana Vainman
Al cónclave sólo concurrirá uno de los tres sectores de la central obrera y uno de los dos grupos de la CTA. El sector de la CGT que concurrirá –el antimoyanista– no tiene un líder claro ya que el metalúrgico Antonio Caló está cada vez más lejos de ser el candidato a secretario general.
La CGT está partida y eso se traducirá en la cantidad de sillas ocupadas en la reunión en la que se elevará el piso salarial de la Argentina. En el sector trabajador se estima que quedarán cuatro lugares vacíos respecto de lo que ocurrió el año pasado: el de Hugo Moyano, el de Juan Carlos Schmid, el de Sergio Palazzo y el de Carlos González (y sus respectivos suplentes). En el sector empleador, en tanto, se especula con que los representantes de la Mesa de Enlace se abstengan de votar.
Pero a pesar de que habrá sillas vacías, en la cartera laboral indicaron que no se modificará la convocatoria porque “el quórum se alcanzará de todos modos y la falta de dos integrantes no afecta el desarrollo del Consejo”. A pesar de las palabras optimistas que llegaron desde Alem 650, el quórum puede verse complicado porque si se suman abstenciones y ausencias sólo habría 24 manos dispuestas a votar (24 es la cantidad de votos que hacen falta para aprobar cualquier decisión).
Pocos días después de las elecciones de la CGT en las que Hugo Moyano logró ratificar su mandato cuatro años más en una central obrera diezmada y luego de desafiar electoralmente al gobierno, el Ministerio de Trabajo había elaborado una estrategia para desplazar al camionero de la mesa de negociación. Con el correr de los días y después del efecto que tuvieron los paños fríos sobre el enojo con Moyano, la posibilidad de dejarlo afuera quedó descartada.
El Ministerio de Trabajo rechazó la idea de no invitar a los moyanistas al Consejo y decidió replicar la última convocatoria ya que esa cartera extendió el mandato del Consejo Directivo completo de la CGT.
El Consejo del Salario es un ente tripartito que funciona ininterrumpidamente desde 2003 y su tarea es elevar el piso salarial del país. El salario mínimo no es demasiado significativo por la cantidad de trabajadores que lo cobran. De hecho, quienes cobran sueldos cercanos a los $ 2300 son sólo 113 mil trabajadores, es decir, un 1,9% del total de los asalariados formales en empresas privadas en todo el país. Sin embargo, sí opera como una referencia para determinar la variación de las remuneraciones a nivel general y, en particular, para los trabajadores en negro.
Este año no se esperan demasiadas sorpresas respecto de en cuánto quedará el salario mínimo. Ocurre que tanto CTA y CGT Balcarce pedirán un 25% de aumento, lo que llevaría el piso salarial a $ 2875. Si los empresarios estuvieran de acuerdo, la cifra no quedaría muy lejos de esa. En cambio la CGT de Hugo Moyano reclama un salario mínimo de $ 3500, lo que implicaría una suba del 52 por ciento. Con ese reclamo de piso salarial, la central obrera comandada por el líder camionero empapeló la ciudad.
Este diario consultó a uno de los dirigentes moyanistas sobre cómo pretendían que se llegara a ese salario mínimo si no iban a concurrir al Consejo. La respuesta dejó trascender el carácter testimonial de la demanda. “Lo que importa es lo que dice el cartel”, dijeron sin más. Y respecto de cuáles son las razones de la ausencia del moyanismo, explicaron: “No vamos porque ya se generó una renovación de autoridades del Congreso Directivo de la CGT y esos son quienes deben concurrir al consejo. La extensión que hizo por mano propia el Ministerio no la vamos a convalidar con nuestra presencia.”
Por su parte, Hugo Yasky intentará llegar al Congreso con un acuerdo con Antonio Caló –quien hasta ahora es el único candidato para ocupar la secretaría general de la CGT Balcarce– para comprometer al ministerio y al sector empleador de mantener la continuidad del Consejo durante el año para discutir cuestiones diversas que “no pueden conversarse solo una vez al año”.
El jueves se realizó un homenaje a Felipe Vallese, a 50 años de su de saparición. El acto lo organizó la Juventud Sindical, encabezada por Facundo Moyano. Para convocar al Luna Park, el titular del sindicato del Peaje elaboró un sugestivo spot publicitario en el que se habló de la necesidad de contar con “compañeros que nos digan la verdad, que tengan capacidad transgresora”.
“Algunos malentienden la lealtad y creen que es obediencia debida u obsecuencia. Pero la obsecuencia es sinónimo de traición”, decía Moyano Jr en una clara toma de posición frente a la relación con el gobierno nacional. Además, aseguró que él mantendrá la postura de defensa de los derechos de los trabajadores. “No vamos a dejar de decir cuáles son los padecimientos y las necesidades de los trabajadores. La justicia social no se debate, se conquista en las calles y en los establecimientos de trabajo”, afirmó.
Y luego de comer asado con el ex presidente Eduardo Duhalde, Moyano aprovechó el escenario del Luna Park para volver a cargar contra el gobierno y para hacer amagues electoralistas.
Pero el camionero también recibió fuertes críticas del sector antimoyanista, que lo acusó de “sentarse con los enemigos de los trabajadores”. Lo dijo Héctor Daer, tras el encuentro del jueves en SMATA en el que no quedó definida la candidatura de Antonio Caló, quien ya venía complicado para mantener su posición, luego de que se conociera que pensaba retirarse por cuestiones de salud.
Ya se sabía que iba a ser difícil para el metalúrgico reponerse de esa circunstancia y de hecho cada vez suena más fuerte el rumor de que no será él quien sea el nuevo secretario general de la CGT Balcarce. De hecho, al salir del cónclave, Caló dijo que se mantendrá en silencio hasta el 3 de octubre –fecha en la que se realizarán las elecciones–. El titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, ratificó la precariedad de la candidatura de Caló al asegurar que el metalúrgico “se siente presionado” y no descartó que otro integrante de la UOM sea candidato. La teoría de la “operación desde adentro” contra Caló cobra fuerza con el correr de los días.
