El PJ disidente se agrupa en torno a Lavagna y debilita al macrismo

Roberto Lavagna, el ministro que compartieron Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner entre 2002 y 2004, ahora sueña con formar parte de una alianza electoral que frene al Frente para la Victoria y coseche los votos suficientes para que las presidenciales de 2015 desemboquen en la declinación final del kirchnerismo. Para sus cálculos íntimos, esa fuerza opositora debería contar con el gobernador bonaerense Daniel Scioli; su colega cordobés José Manuel de la Sota; el empresario Francisco De Narváez; el intendente de Tigre, Sergio Massa; el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri; y algunas figuras del radicalismo. Restan 20 días para definir los candidatos que pelearán en las próximas elecciones legislativas de octubre, pero queda muy poco en pie de aquel mosaico que supo imaginar la oposición para dar batalla en la Capital y en la provincia de Buenos Aires: dos de los cinco distritos que pejotistas, macristas, lavagnistas, denarvaístas y delasotistas alguna vez creyeron que podían conquistar bajo una misma bandera.

El primer intento para llevar esa ilusión a la realidad ocurrió el 1 de mayo, en Córdoba, cuando Lavagna se fotografió con casi todas las partes de esa mesa imaginaria. En la postal estuvieron casi todos, salvo Macri y Massa. Con De la Sota como anfitrión, el economista sonrió flanqueado por el camionero Hugo Moyano, el sindicalista rural Gerónimo “Momo” Venegas y el empresario De Narváez. En esa troika, la presencia del Colorado computó doble porque, según confiesan sus propios aliados, ya no negocia el armado de listas en soledad, sino también con el aval del “motonauta gobernador”, que envía al barrio porteño de Las Cañitas a todas las figuras opositoras que peregrinan por La Plata para reclamarle una urgente ruptura con el gobierno nacional. Ante las súplicas y las ofertas para dar el portazo final, el mandatario bonaerense jura en público su fidelidad al kirchnerismo pero, en privado, aprovecha la colectora que le tendió su amigo De Narváez para capitalizar ese inconfesable caudal opositor.
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