Entre el 24 de enero y el próximo 9 de mayo habrán transcurrido poco más de 100 días. En este lapso, uno de los más complejos y críticos que vive la Argentina de estos últimos años, la Confederación General de Trabajadores (CGT) convocó y acompañó cinco multitudinarias expresiones callejeras y netamente populares. Todas fueron para rechazar a las políticas del gobierno de Javier Milei que están destruyendo el entramado público, político, institucional, económico y solidario del país. El próximo jueves se realizará la sexta acción directa. Será el segundo paro nacional de la era Milei que se prevé imponente. El gobierno libertario, consciente de la potencia de esta huelga, busca minimizarla. Lo curioso, en todo caso, es la imposibilidad que los sectores nacionales y populares de la política no logran capitalizar toda esta energía que se está generando para, por ejemplo, frenar en seco los proyectos de ley Bases y el paquete fiscal que en pocos días más se debatirá en el Senado.

Cuando se acercaba el 19 de noviembre de 2023, el día del ballotage, en la CGT ya sabían que se avecinaban años complejos. A los pocos días comenzó a sentirse el cambio. El nuevo gobierno asumía con un peronismo envuelto, sobre todo,  en una disputa interna fruto de la derrota. A nivel parlamentario, Unión por la Patria logró cerrar las fronteras y, hasta ahora, solo fueron tres los legisladores que abandonaron el bloque. A esta altura en 2016 ya había fugas en masa. A nivel de gobernaciones, hubo provincias históricamente peronistas –como Chaco– que cambiaron de color. El tembladeral hacía prever lo peor.

A poco de andar, el gobierno libertario aplicó la devaluación y puso en marcha el DNU que destruye la estructura económica del país. Esto provocó la reacción de la única institución de raigambre peronista que logra mantenerse medianamente alejada de la crisis política partidaria: la CGT. Es por eso que apenas 45 días después de asumir, el propio Milei vería por TV la primera huelga general con una inmensa movilización frente al Congreso.

El paro y la marcha al Congreso del 24 de enero fue un éxito gremial, político e incluso judicial de la central obrera. Días antes los abogados cegetistas habían logrado frenar en la justicia laboral el capítulo referido a la destructiva reforma laboral que lleva en sus entrañas el DNU 70/2023. Pero además, con la movilización multitudinaria aportaban al fracaso que sufriría La Libertada Avanza durante el debate de la primera versión del proyecto de ley ómnibus o Bases.

Luego seguiría la participación –a través de la mujeres sindicalistas que tienen cada vez más puestos de responsabilidad en la central obrera– en la masiva marcha del día de la mujer, el 8 de marzo.

También estuvo la CGT el 24 de marzo. En esa oportunidad marcharon largas columnas de la central sindical con el triunvirato encabezándolas. Desde el retorno de la democracia, innumerables gremios habían participado de estas movilizaciones que convocan los organismos de derechos humanos, incluso el legendario Saúl Ubaldini lo había hecho, pero a título personal.

La central obrera fue también parte de la movilización del 23 de abril cuando millones salieron en defensa de la universidad y la educación pública en todas las plazas del país. Y luego llegó la del 1º de mayo que por la cantidad de gente marchando, muchas por fuera de la estructura gremial, sorprendió a más de un integrante del consejo directivo.

Estas movilizaciones habían logrado que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, tuviese que guardarse el protocolo antipiquetes. Era imposible frenar estas mareas humanas.

Justicia Social

“Hicimos mucho en estos cinco meses. Somos la única expresión en plantear un debate serio, público, en la calle y organizado contra el modelo que lleva adelante La Libertada Avanza”, afirma el triunviro de la CGT, Héctor Daer. El dirigente de la sanidad resalta la condición de “única”, incluso por encima de las otras centrales obreras como la CTA de los Trabajadores y la Autónoma. Eso sí, aclara que es por el tamaño que tiene la CGT en cuanto a cantidad de sindicatos y la diversidad de especialidades laborales que abarca a diferencia de las dos CTA. Con el correr del tiempo, entre las tres centrales se fue logrando una unidad en acción a la que se sumó la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).

Hacia adentro de la central obrera advierten que en un principio hubo desde la Casa Rosada la intención de abrir un canal de diálogo, pero –como advierte Daer– “se volvió difícil, sobre todo porque para ellos la justicia social es una cagada”.

Hay un dato que miran con atención los integrantes de la CGT y es que todavía Milei mantiene adhesiones a su gobierno y las medidas que claramente destruyen la economía. “Esto lo sienten los gobernadores”, dicen en Azopardo 802 y, agregan, “es lo que debilita la política”. A esto hay que sumarle la falta de una conducción política en el peronismo que, indican, por estos días se debate entre sectores del kirchnerismo contra el gobierno de Axel Kicillof.

Entonces, reconocen, que comienzan a llegarles señales desde diferentes sectores del peronismo, incluso de gobernadores, que le reclaman a la central obrera que acumule poder político, pero aclaran que no ese no es el objetivo de la CGT: “No queremos armar un PT, un partido de los Trabajadores”, señalan. “La CGT está unida, es lo más importante y tenemos mucho cuidado en no romper este equilibrio”, remarcan los dirigentes sindicales.

La unidad interna se volvió un pilar dentro de la conducción cegetista. Lo dicen porque consideran que en el mundo del peronismo esa condición se está convirtiendo en un bien escaso. Incluso algunos creen que puede haber un nuevo cisma tanto en el PJ como en Unión por la Patria. En el partido porque no prosperó una comisión de acción política que tuviese la capacidad de “habilitar una discusión franca, amplia y sin condicionamientos” para poder encaminar una reorganización partidaria y que permita desarrollar nuevos liderazgos. A nivel del UxP algunos en la central obrera se preguntan si el Frente Renovador de Sergio Massa continuará integrando ese frente político.

El 9

Ahora, y en el medio de despidos masivos en reparticiones públicas, pero también en el sector privado fruto del desmoronamiento de la economía a partir del retiro del Estado como factor equilibrante entre los intereses de las mayorías y los privilegiados que controlan el mercado, se avecina el segundo paro nacional.

La CGT junto a las dos CTA ya movilizan sus estructuras en todo el país para que ese día no se mueva nada. Las regionales de la CGT, que fueron normalizadas en estos últimos años por la conducción de la UOM, se convirtieron en herramientas escenciales para que estas acciones que llevó la CGT en los primeros cinco meses del gobierno de Milei, tuvieran masividad e impacto en una sociedad sacudida por el desguace del Estado.