Una bandera norteamericana flameó durante horas en el mástil de la base naval de Ushuaia. La habían colocado militares argentinos, a modo de bienvenida para la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, que estaba de visita desde el mediodía en Tierra del Fuego para interiorizarse sobre el supuesto interés de China en financiar la construcción del Polo Logístico Antártico, una de sus últimas obsesiones. En ese marco llegaron Javier Milei y su comitiva al fin del mundo, luego de viajar más de tres mil kilómetros desde Buenos Aires –en un vuelo algo accidentado– con el objetivo de lograr un careo y una foto con ella, que a esa altura parecía la verdadera anfitriona. La generala había estado reunida en la Rosada 24 horas antes, y hasta había compartido con algunos funcionarios una cena de cortesía diplomática en la noche del miércoles, pero el Presidente no había participado y necesitaba, como sea, dar un gesto definitivo de alineamiento con los intereses del país del Norte.

Y eso fue lo que hizo, o a medias: Milei sorteó no sólo las distancias y una escala en Río Gallegos en un vuelo que se atrasó más de lo esperado –llegó a Ushuaia pasadas las once de la noche– sino también las protestas a cargo de excombatientes de Malvinas que lo estaban esperando para denunciar lo que ya asomaba desde el vamos como una renuncia a la soberanía argentina inaceptable para un presidente de la Nación.

Entrada la medianoche, Milei dió una conferencia de prensa en la que se dedicó a elogiar a Estados Unidos. Habló de “una afinidad natural” entre ambos países y aseguró que comparte “las ideas de la libertad” y “una visión del mundo” con la potencia del norte. También ratificó que el país seguirá adelante con la obra del Polo Logístico.

“Hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzando nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad”, aseguró en su particular concepto de la soberanía.

Un viaje intempestivo

Milei se subió a uno de los aviones de la flota presidencial –el flamante Embraer ERJ 140 LR, adquirido por el brigadier general Xavier Julián Isaac– alrededor de las seis de la tarde, y llegó a Ushuaia pasadas las 23hs, sin cursar previo aviso al gobernador fueguino, Gustavo Melella. Con él se llevó al ministro de Defensa, Luis Petri, a su hermana Karina Milei y a su jefe de Gabinete, Nicolás Posse.

El viaje se confirmó de un momento a otro, sin mucho ruido previo y para sorpresa de casi todos. El Presidente no quiso siquiera esperar a que la generala norteamericana regresara el viernes a Buenos Aires, antes de terminar su gira por el país y partir rumbo a Guyana. (Días antes, en la víspera del 2 de abril, Milei había rechazado participar en esa misma provincia de la vigilia en conmemoración de otro aniversario de la Guerra de Malvinas.) Parte de esa improvisación le costó caro a la hora de llegar a tiempo, según lo planeado, a su encuentro con Richardson.

Una de las especulaciones en torno al viaje relámpago de Milei es que lo hizo para desagraviar a la generala tras la negativa del gobernador Melella de recibirla con honores en su provincia. “No vamos a recibir formalmente, oficialmente y de ninguna manera a la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos porque realizan prácticas militares junto a Gran Bretaña del Atlántico Sur”, había adelantado el gobernador desde el Monumento a los Caídos cuando Richardson ya había confirmado a Tierra del Fuego como parte de su itinerario.

Milei, en ese contexto, decidió que Ushuaia era el escenario propicio para el encuentro, que no había podido ser 24 horas antes en La Rosada. En esa primera reunión, de la que participaron Posse y Petri, el Gobierno confirmó la firma de un acuerdo para la compra de 24 aeronaves de guerra nada menos que a… Dinamarca, aliado de la OTAN de Estados Unidos. El acuerdo fue orquestado por el embajador nortamericano en la Argentina, Marc Stanley, y tuvo como contrapartida el quiebre de un acuerdo latente desde la gestión anterior para comprar ese mismo armamento, precisamente, a China.

La bandera norteamericana en la base naval.

Richardson había llegado al país con una agenda basada en dos preocupaciones centrales: los avances en la construcción del Polo Logístico Antártico, precisamente en Tierra del Fuego, ante la eventual participación de China en su financiamiento, algo sobre lo que EEUU hasta ahora no aportó una sóla prueba; y la intromisión y el boicot de la base espacial que el Gobierno de Xi Jinping mantiene en la provincia de Neuquén.

Los puertos

Según trascendió, el Polo Logístico fue para EEUU una amenaza para sus intereses en la Antártida, dado que según dijo la propia Richardson, China está “intentando asegurarse los derechos para construir instalaciones marítimas de uso dual, las cuales apoyarían la proyección de sostenimiento y poder en las cercanías al estrecho de Magallanes”, lo que habilitaría el de acceso al país asiático a a la región antártica.

Pero el único puerto que está en marcha en la zona es el de Río Grande, que sería más que beneficioso para el país, porque permitiría la conexión por mar entre esa ciudad y Río Gallegos y facilitaría el control del país sobre el mar argentino, además de mejorar la trazabilidad de las rutas hacia la Antártica. Para Río Grande significaría además potenciar su polo industrial teconológico. Estados Unidos ve el interés chino en financiarlo, pero lo cierto es que hubo un conflicto de larga data con el país asiático porque los convenios se incumplieron años atrás. Hoy, la principal interesada es la tecnológica Mirgor, del grupo Caputo, que espera la aprobación de Nación para avanzar en las obras.

Fuentes fueguinas aseguran que la generala sobractúa la hipótesis de conflicto con China por ese puerto multipropósito para asegurarse otro tipo de intereses: si se construye, Argentina tendría un puerto que hoy no tiene a 600 km en línea recta con las Islas Malvinas. Los británicos, por ahora, se aseguran cierto control del Atlántico a través de las Islas, mientras los norteamericanos controlan el Pacífico. Un statu quo geopolítico que no están interesados en cambiar.

La estación espacial de Neuquén

Otro de los principales intereses de Estados Unidos en esta coyuntura para la Argentina pasa por boicotear la estación espacial china en la provincia de Neuquén, bautizada Estación de Espacio Profundo CLTC-CONAE-NEUQUEN. El Estado argentino tiene firmado un convenio con el país asiático para uso con fines científicos. Por indicación de Richardson, el Gobierno deslizó que ahora lo pretende “revisar”. Fuentes de la Rosada hicieron correr esa versión casi en simultáneo con la llegada de la generala al país, a principios de esta semana.

Pese a las sospechas, Estados Unidos no pudo aportar hasta ahora una sola prueba fehaciente de que China utilice esa estación con algún otro objetivo, por caso militar, que es lo que subyace a sus acusaciones. Pero aún así la administración libertaria se comprometió a realizar un “relevamiento técnico” de lo acordado con China porque, según fuentes oficiales, “hay cosas raras en el contrato”, como que supuestamente Argentina no tiene acceso a la base.

Antes que llegara Richardson, el propio embajador Stanley ya había metido presión alrededor del asunto. “Me sorprende que la Argentina permita que las fuerzas armadas chinas operen en Neuquén”, había dicho en una entrevista con La Nación, en una intromisión directa en las decisiones soberanas argentinas. La embajada china, enseguida, le respondió a Stanley y, por elevación, a la posición de la Rosada. “La Estación de Espacio Lejano en Neuquén es una instalación de cooperación tecnológica espacial. Los científicos de Argentina y de China tienen acceso al uso de esta estación para investigación científica. En 2019, la cancillería argentina y CONAE coordinaron una visita de delegación de representantes diplomáticos, incluyendo de Estados Unidos, a la estación. Todo esto demuestra plenamente el carácter civil y el modelo de operación abierto y transparente de dicha estación”, dijeron.

“Es una barbaridad que el embajador se haya expresado como se expresó, y sobre todo es una barbaridad que el Gobierno pueda permitir semejante intromisión”, apuntó en diálogo con Página/12 el exministro de Defensa, Agustín Rossi, quien de paso recordó que el comando Sur de EEUU aportó sus propios fondos para la construcción de una base de Defensa Civil en esa provincia.

Litio y agua dulce

En enero del año pasado, Richardson había trazado una suerte de itinerario de los intereses de EEUU en la región. “¿Por qué es importante América latina?”, fue la pregunta retórica con la que abrió una conferencia para un evento del Atlantic Council, un think tank vinculado a la OTAN, en la que resaltó los “ricos recursos y elementos de tierras raras”, de América Latina. En ese marco, destacó el triángulo del litio, zona estratégica que comparten Argentina, Bolivia y Chile, que representa, dijo, “60 por ciento del litio del mundo”

Richardson también aseguró que “tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región”. Con ese inventario, la jefa del Comando Sur dijo que al país norteamericano le queda “mucho por hacer”. “Tenemos que empezar nuestro juego”, remató. Milei ya empezó a abrírselo.