Cómo se organizan y enfrentan la creciente violencia represiva. Sus historias de vida y militancia, el pedido de reclamos colectivos y una convicción: “A los viejos no nos van a callar”.
FOTO: DIEGO FATONE
“¡Todos somos jubilados, es solo cuestión de tiempo!”, “¡Defendemos lo nuestro que es también lo de ustedes!”, “¡Luche, luche como un jubilado!”. Jorge Martínez avanza por Avenida Callao con la columna del centro de jubilados “Pasala lindo”, de Flores Sur. Trae un cartel hecho a mano como sus compañeros: “Los jubilados no se callan”. No necesita megáfono para esparcir con su vozarrón consignas que van prendiendo. La gente les abre paso y les grita palabras de aliento, se escucha un “¡Gracias!”, ¡Gracias, viejos!”. También los aplauden a su paso y el momento se vuelve conmovedor: es lo que ocurre cuando llegan las Madres. La escena es una de las tantas registradas en la marcha que fue a reclamar contra el veto y sus promotores en el Congreso. Ilustra el surgimiento de un nuevo sujeto social, que se viene gestando desde antes de la pandemia, pero que hoy irrumpe visible en la escena pública ante el atropello.
fotos de :Diego Fatone
Los adultos mayores organizados y en lucha, muchos de ellos con experiencias de organización sindical o social a lo largo de su vida, son los protagonistas de la resistencia activa al ajuste de Milei. Los que hoy, literalmente, están poniendo el cuerpo en la calle y sufren un despliegue represivo cada vez más violento.
“Hasta que dios me de fuerzas voy a estar peleando y me voy a seguir juntando con otros que también peleen. Si la gente se juntara, otro sería el cantar”, dice Jorge, cuyo centro de jubilados integra la Federación Fuerza y Voluntad Transformadora. “Somos gente que va a marchar porque es nuestro derecho, y es lo que vamos a seguir haciendo. Hasta donde sabemos, sigue habiendo una Constitución. Acá no corresponden protocolos, ni milicos, ni hidrantes, ni tortugas ninja golpeando ancianos”, razona Nora Biaggio, desde el Plenario de Trabajadores Jubilados.
“Venimos de militancia de años, a nosotros no nos van a correr estos pibes, les sabemos los truquitos”, dice Ruben Cocurullio, uno de los fundadores de Jubilados Insurgentes, relatando cómo lograron quebrar la fila de uniformados que les impedía dar la vuelta al Congreso. “Aprendimos a movernos cuidándonos y cuidando a los compañeros, ahora con la conciencia de que nuestro físico no da. Como me dice mi hija: mamá, entendé que tu cuerpo tiene 70 años de uso”, cuenta Liliana Kunis, que desde La Matanza también integra el Plenario de Trabajadores Jubilados.
Todos coinciden en que esta violencia represiva es la mayor que han vivido en democracia. Han visto escenas que no hubieran imaginado en sus años previos de militancia, fuerzas policiales cargando contra personas de bastón, los diarios relatándolo como “incidentes”. Algunos sufrieron en carne propia el famoso nuevo gas de la policía de Bullrich. “Me entró por la garganta y estuve como tres días casi sin poder hablar, el primer día sin tomar líquido porque con el agua es peor”, relata Liliana. “No es que quieran disuadir, están decididos a lastimar a la gente, los ves que van directo a eso”, concluye.
La hora de la acción
“Peronista de Perón”, exdirigente sindical de La Bancaria, en el caso de Jorge. Desde agrupaciones referenciadas en la Coordinadora Sindical Clasista, la organización sindical del Partido Obrero, en el caso de Nora y Liliana (de William Morris y Matanza, respectivamente). Autodefinido “medio anarco, si me mirás con un solo ojo”, decidido a cambiar “el sistema martirizador y explotador capitalista”, según Ruben. Pero también los que no han tenido militancia previa y hasta se declaran “apolíticos en lo partidario”, pero sin embargo sienten “que es hora de actuar porque este loco (por Milei) nos prefiere muertos, somos su gasto”, como María Elena, que comenzó a reunirse en la asamblea barrial de Villa Urquiza y en estos últimos meses se conectó con la federación de jubilados. Con distintos orígenes y experiencias de vida y militancia, hoy todos se sienten llamados a ocupar las calles por la urgencia de la hora.
Retomar las movilizaciones de los miércoles frente al Congreso, que se replican en distintos puntos del país, reivindicar la figura de Norma Plá, fue una consecuencia natural del proceso que vienen gestando los jubilados organizados. Se los ve también en diferentes marchas, con sus banderas y columnas. “Uno no pelea solo por lo de uno, acá estamos jodidos nosotros, los trabajadores activos, los estudiantes, todos tenemos que estar marchando. Eso es lo que hay que entender”, pide María Elena.
Pero su presencia activa en las calles no adquiere solo la forma de movilización. Los sábados por la mañana, en la esquina de Emilio Mitre y Asamblea, de Parque Chacabuco, Jorge y sus compañeros juntan firmas contra el veto a los jubilados; los suele visitar algún referente del peronismo porteño (el sábado estuvo el senador Mariano Recalde). Ya juntaron 300 mil; van por el millón.
Se enteraron de que el vocero Manuel Adorni vive allí mismo y organizaron un escrache. “Pacífico, por supuesto. Los vecinos del caradura este nos aplaudían. Y nos pasaron el dato de que no paga las expensas así que se lo gritamos: “¡Sinvergüenza, nos sacás 17 mil pesos a nosotros y no pagás las expensas!” Se reían desde los balcones y nos decían: ¡es verdad, es verdad!”, relata Jorge.
En su centro de jubilados motorizan también un comedor, de lunes a viernes dan de comer a 35 jubilados. La sobremesa se extiende en juegos de cartas, ajedrez y charlas “de política y de la vida”. “Hay que activar, hay que activar, no podés permitirte quedarte solo en tu casa mirando las boludeces de la televisión, que es lo que quieren”, los arenga Jorge.
El próximo 20 de septiembre, Día del Jubilado, Nora y Liliana estarán en Plaza de Mayo en un cabildo abierto, con organizaciones sociales y sindicales. Ruben, por su parte, organiza actividades desde la biblioteca José Ingenieros, de Villa Crespo, las lleva a sedes del Pami o de Anses, lograron la entrega de medicamentos oncológicos a compañeros a los que se los habían quitado.
La organización vence a Bullrich
“Ahora cuando volvés a tu casa, qué le decís a tu mamá, o a tu abuelo? ¿Hoy los cagué a palos a los viejos como ustedes? O si tu hijo te pregunta, mamá, qué hiciste en el trabajo, ¿vos qué le decís, le pegué a unos viejos en la calle? ¿Esa es la enseñanza que les das?” Ruben cuenta lo que les dice a los policías mientras están formados en fila para impedirles el paso en las marchas. “Me sale de adentro porque no lo puedo entender. Algunos se bajan el protector para los ojos, otros se levantan el cuello ese que tienen y se tapan la cara, otros se dan vuelta. Cómo puede ser, esas chicas jóvenes que vienen adiestradas a cagarnos a palos, tengo hijas de 40 años y un nieto de 21, yo los veo y me imagino a mis nietos pegándome”, lamenta a sus 76 años.
“Hemos aprendido a movernos. El otro día, cuando salió el dictamen y avanzaban los hidrantes, dijimos: nos vamos, porque viene la cacería. Y así fue. Hemos sido muy gaseados en miércoles anteriores, pero también nos protegemos y tratamos de evitar el daño físico. Sabemos que un mal golpe nos mata, no vamos a exponernos. Pero no nos van a callar la boca, porque el plan del gobierno es una jubilación asistencial, todos ganando un bonito y luego la jubilación privada para el que la pueda pagar, ¡mirá lo que pasó en Santa Fe!”, advierte Nora.
“Mi papá, que también era militante bancario, me llevaba a las marchas cuando yo tenía diez años. Ahora resulta que no podés llevar a tus hijos porque te los gasean, y encima la culpa es tuya. ¡No señor! Vos les estás enseñando a defender sus derechos, les estás enseñando ciudadanía llevándolos a marchar!”, se enoja Jorge. “Mis hijos me dicen: cuidado papá, no te expongas, me van monitoreando, me piden que les mande fotos para saber que estoy bien. Yo trato de cuidarme y de cuidar. Pero a mí no me van a callar. Tengo un dicho: No te quejés si no te quejás. Salí y pedí lo que te corresponde. No conseguirás todo, no importa, pero la cosa es pelearlo”.
La militancia no se jubila
“Esta generacion de jubilados es muy aguerrida, porque todos somos de la época del cordobazo“, analiza Nora. Tiene 72 años y milita en el PO desde los 16. Y aunque la “conocida” de la familia es su hija, la exdiputada Romina del Plá, Nora hoy se ha transformado en una referente de la lucha de los jubilados.
“La gota que hoy rebalsa el vaso son los millones de jubilados que fueron a la farmacia y no saben cómo van a comer, porque tuvieron que pagar lo que antes era gratis, con los 305 mil pesos que cobran con el bono. Este tipo (por Milei) se cree con el derecho de tomar el dinero del Pami, que está sostenido por los jubilados y los trabajadores, para cobrarnos medicamentos y hacer negociados con las farmacéuticas. Ahora tuvieron que vetar una ley que era para cumplir la ley: si tiene que vivir del robo a los jubilados, su economía es de hundimiento, su base económica es inviable”, analiza Nora.
“Hemos recorrido un largo camino”, concluye Liliana repasando el modo en que comenzó a militar, a los 18 años y peleando por un semáforo frente al profesorado de jardín de infantes, luego de que atropellaran a una compañera. “Por eso les cuesta tanto sacarnos de la calle, porque los jubilados de hoy somos los jóvenes de los 70. Y hoy tenemos un gobierno, entre comillas, democrático, porque cuando éramos jóvenes peleamos contra la dictadura. Y seguimos peleando por lo mismo, por un mundo mejor”.
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