“La causa Ferreyra es una bisagra para la Argentina”

 

Por:

martin pique

Cristina Caamaño está reclinada sobre los diarios en un bar atestado de gente que almuerza en la vereda, bajo el sol. Abogada especializada en Derecho Penal, docente universitaria, Caamaño es la secretaria de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas del Ministerio de Seguridad de la Nación. Los comensales que conversan y disfrutan de la hora perfecta del sábado no saben que esa mujer –que lee en silencio, inmersa en las noticias– tiene custodios que la cuidan a distancia. Y se trata de una custodia presidencial. Los policías de civil están tomando una gaseosa en otra mesa. Los agentes formaron parte del equipo que cuidaba al ex presidente Raúl Alfonsín. “Yo los conocía a todos, porque trabajé con Alfonsín en la Fuali (Fundación Argentina para la Libre Información)”, comenta Caamaño con una sonrisa. Aparte de militante alfonsinista en su juventud, la funcionaria de la cartera de seguridad fue la fiscal que investigó el asesinato de Mariano Ferreyra. Su compromiso con la causa fue determinante para la sentencia que se conoció el último viernes.

Caamaño no descarta regresar al Ministerio Público, a la Fiscalía de Instrucción Nº 4 de la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, cuando la ministra Nilda Garré le ofreció sumarse a su equipo, optó por pedir licencia. “Siempre me interesó mucho la política, de hecho milité en su momento, pero desde que entré a la Justicia traté de mantenerme bastante alejada. Pretendo volver a la Fiscalía”, comenta a Tiempo Argentino. El diálogo con este diario comienza con una evaluación del fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 21 que acaba de condenar a 15 años de prisión al histórico líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza. El veredicto sentenció a 18 años de cárcel a los autores directos del crimen del joven militante. “Me pareció excelente la explicación y la claridad que tuvo el doctor Horacio Días, a quien conozco y sé que es un estudioso del Derecho. Es un fallo ejemplar”, dice. La entrevista sigue con una sucesión de anécdotas y revelaciones sobre los pasos que fue dando la investigación. Caamaño todavía recuerda lo primero que escuchó de la Policía Federal al arribar al lugar de los hechos, en el barrio de Barracas. “Se me acercó el subcomisario (Rolando) Garay (entonces titular de la comisaría 30ª), que ayer fue absuelto, y me dijo: ‘Doctora, esta vez no fuimos nosotros’. Yo le contesté: ‘Hay delitos por acción y hay delitos por omisión’. Pareció algo premonitorio”, reconstruye. La entonces fiscal comprobó enseguida la implicancia emotiva del caso. El dolor ajeno la hizo trabajar sin dormir. Dice que la conmovió ver a Nelson Aguirre, uno de los tres heridos de bala, “tirado en una camilla en un pasillo del Hospital Argerich”. El mismo impacto le produjo tomarle declaración a una militante del Partido Obrero, Nancy Arancibia Jaramillo, una mujer de nacionalidad chilena que había huido de su país tras el golpe de Pinochet. La mujer había aparecido con el rostro ensangrentado en las cámaras de TV. “En mi despacho yo tenía un afiche enmarcado de Salvador Allende. Ahora lo tengo en el Ministerio. Cuando esta mujer entró a mi oficina, miró a la pared y vio a Allende. Entonces levantó el brazo, como si estuviera saludando. Y ahí nos pusimos a llorar las dos”, confía Caamaño.

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