La minería y la doble moral en el debate

 Como quedó demostrado durante el fugaz protagonismo del “Grupo A” en la Cámara de Diputados, la complejidad de los alineamientos políticos poco tiene que ver con supuestos ideológicos o lineamientos estratégicos. Y cuando comienzan a tallar los monopolios mediáticos, el panorama puede resultar todavía más inverosímil.

Durante estos días, asistimos a una nueva dosis de cinismo del Grupo Clarín, y de oportunismo político por parte de una oposición variopinta que busca montarse sobre un activismo social asambleario que, como sucedió en Gualeguaychú, suele ser presa fácil del fundamentalismo.
Mientras el segundo del Grupo, José Antonio Aranda, busca avanzar impunemente con un emprendimiento arrocero que amenaza los Esteros del Iberá, desde las páginas y pantallas del monopolio se agitan las movilizaciones contra la megaminería, a las que por todos los medios -valga la redundancia- se busca asociar con el gobierno nacional.

“Se elude el debate sobre cuestiones más interesantes, como la eventual estatización del recurso o la discusión sobre las regalías y cargas impositivas acordes con la rentabilidad de la actividad”

El “ambientalista” Pino Solanas, visitante asiduo de TN, ha sido coherente en la consigna contraria a la megaminería, pero lamentablemente con una formulación que, lejos de ayudar al debate, tiende a impedirlo. Su recurrente denuncia acerca de la “depredación de los recursos naturales” poco aclara, por ejemplo, sobre qué debería hacerse con unos minerales que en todo el mundo son sometidos a actividad extractiva.
Planteada así la consigna, se elude el debate sobre cuestiones más interesantes, como la eventual estatización del recurso o la discusión sobre las regalías y cargas impositivas acordes con la rentabilidad de la actividad. También se evitan las menciones a la situación en otros países, como Brasil, que buscan aprovechar los altos precios de los commodities minerales para apuntalar el desarrollo industrial, algo en lo que se esperaría acordar con gente como Solanas.
Lamentablemente, entre la maraña de voces de funcionarios, empresarios del sector, políticos de la oposición y, sobre todo, vecinos indignados, que tan bien encuadran en las lógicas mediáticas del escándalo y la denuncia solanista, no es posible dar con otras voces que sería interesante oír. No para dirimir la cuestión, que es materia inobjetable de la política y las fuerzas sociales, sino para encauzarla en términos más racionales.
Esas voces, provenientes de la academia, no tienen lugar hasta el momento en el debate sobre la explotación minera, sus impactos diversos y sus condiciones de posibilidad, como no la tienen tampoco en ninguna otra cuestión de importancia tratada por los medios dominantes, demasiado ocupados en generar escándalos para pegarle al Gobierno.
A %d blogueros les gusta esto: