La postura de Zaffaroni sobre la indagatoria a Cristina

La postura de Zaffaroni sobre la indagatoria a Cristina

La postura de Zaffaroni sobre la indagatoria a Cristina

El ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y actual juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Raúl Zaffaroni, sostuvo hoy que la imputación contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por la venta de dólares a futuros “llama la atención” y no es “racional”.

En una columna publicada en Página/12 bajo el título “Cristina no fue infiel”, Zaffaroni desgranó los argumentos sobre los tipos penales de “administración fraudulenta” y “asociación ilícita” por los que es investigada la ex mandataria y otros funcionarios del gobierno anterior por el juez federal Claudio Bonadio.

“Hay curiosidades penales, coincidencias, que si a veces no dicen mucho, llaman la atención. En este sentido, vale la pena recordar la genealogía de las fórmulas legales que hoy se usan para llamar a indagatoria a Cristina Fernández de Kirchner”, empieza Zaffaroni su artículo.

Y prosigue: “Una es la de supuesta administración fraudulenta (inc. 7º del art. 173 del Código Penal) (…) Lo que esta disposición pena es que alguien que tiene a su cargo la administración o manejo de bienes o intereses ajenos, los perjudique intencionalmente para causar daño o para obtener beneficios para sí o para otros. La otra figura es la famosa asociación ilícita del art. 210 del Código Penal, que consiste en formar parte de una asociación o banda de tres o más personas destinadas a cometer delitos por el solo hecho de ser miembro de la asociación”.

“Hay curiosidades penales que llaman la atención”, advirtió Zaffaroni

Tras analizar las figuras penales, Zaffaroni pasó a explicar cuáles serían las aplicaciones al caso en cuestión. “El hecho consiste en operaciones con dólar a futuro, que son corrientes.Se hacen calculando el valor de la divisa conforme a las previsiones del momento. Siguiendo la política de control de cambios vigente en el momento de prever el valor, la divisa en el futuro estaría –supongamos– a 10 pesos. Lo cierto es que la divisa estuvo a 15, por lo cual el Banco Central sólo recibe 10 pesos por cada dólar que hoy vale 15, con una pérdida de 5 pesos por dólar. Esta diferencia se produjo porque se pasó del control de cambios al dólar flotante, es decir, porque se adoptó otra política monetaria: se pasó de Keynes a Milton Friedman”, indicó.

En ese sentido, remarcó: “Inclinarse por uno u otro no es delito, sino una opción política, salvo que se quiera procesar a Keynes. Tampoco pretendemos procesar a Friedman. Pero nadie podrá negar que al momento de calcular el valor del dólar en unos meses, no era previsible el advenimiento de una administración adoradora del mercado, que enciende velas en el altar de Friedman (…) Más aún: la propia Justicia, consultada sobre esas operaciones, dispuso que se sigan pagando hasta hoy los dólares a 10 pesos, o sea, que si se tratase de un delito, ni el propio juez que lo imputa trató de evitar que se consume el daño interrumpiendo las consecuencias.

Esta conducta de la propia Justicia sería algo así como ocuparse exclusivamente de pretender imputar a un secuestrador, pero al mismo tiempo dejar a la víctima atada en el sótano. Cuando un juez se halla en presencia de un delito, lo primero que debe hacer es interrumpir en lo posible sus efectos”.

Conclusiones

“No creemos que sea muy racional pretender que la política de control de cambios es un delito, que quienes la llevan adelante son siempre una banda criminal, y que Lord Keynes sería el instigador (si estuviese vivo)”, afirmó Zaffaroni.

Y concluyó: “Mucho más racional sería pensar que no guarda fidelidad con los intereses que le fueron confiados quien deja flotando el dólar de la noche a la mañana, sabiendo que su precio va a dar un salto considerable, sin tomar ninguna medida que neutralice o disminuya el daño para el Banco Central que, como cualquiera podía observar, era consecuencia inevitable de esa medida, y a sabiendas, además, de que ese salto en el precio beneficiaría a los exportadores y, mucho más directamente, a los bancos compradores. Si de fidelidad se trata, nadie quiera atribuirle a otro sus propias infidelidades”.

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