Lavado de dinero: los cerebros de la estructura del JP Morgan en el país

Por Leonardo Renou e Ignacio Chausis

 

El próximo jueves, Hernán Arbizu, ex banquero del JP Morgan que se autodenunció como corresponsable de haber ayudado a las principales fortunas de la Argentina a lavar dinero, se sentará a declarar ante el juez federal Sebastián Casanello para clarificar cómo el banco operaba con cuentas en el exterior de clientes argentinos. Quien fuera uno de los ejecutivos de Banca Privada para el Cono Sur está imputado en la causa “Autopistas del Sol S.A. sobre averiguación de delito”, investigación que se abrió luego de que Tiempo Argentino mostrara documentación de transferencias en el Morgan de distintas corporaciones locales.

Sin embargo, el reo Arbizu es sólo un eslabón de la cadena de responsabilidades políticas de la estructura irregular del JP Morgan, un ángel caído del sistema que, obligado por su propia codicia y las presiones para conseguir activos líquidos de nuevos clientes, terminó develando en primera persona cómo el banco de especulación opera colaborando en la evasión impositiva de sus clientes. Por primera vez, Tiempo devela el organigrama y las funciones de los jefes y súbditos de Arbizu en la Argentina, que otorgaron las órdenes y la logística para la comisión de presuntos delitos económicos.
Las oficinas del JP Morgan en Buenos Aires, citas en Avenida Madero 900 en los pisos 22, 24 y 25, tienen básicamente dos jefes centrales. El principal es Facundo Gómez Minujin, hijo de la artista plástica Marta Minujin, y el economista Juan Carlos Gómez Sabaini. De profesión abogado, Gómez Minujin es además presidente de ArteBa, función en la que se hizo conocido accidentalmente en 2010, cuando en una recorrida por la muestra junto a Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño destruyó bromeando una obra del artista y activista estadounidense Seth Wulsin. El número uno del Morgan en Argentina contó en 2011 en una entrevista con el diario El Cronista que llegó a trabajar en el banco de la mano del abogado y lobbista de las privatizaciones de Carlos Menem, Emilio Cárdenas, quien tenía de cliente al Morgan. Paradójicamente, Cárdenas es uno de los investigados por Casanello por cuentas de supuesta irregularidad en el exterior, gestionadas por el Morgan.
El segundo en el escalafón local es Andrés Rodríguez Lubary, quien según fuentes vinculadas a la causa se encargaba junto a Minujin de aprobar o rechazar los clientes que acercaban banqueros como Arbizu, y digitaban la política de manejo de activos de clientes argentinos. Lubary y Minujin fueron quienes, en persona, y luego de que Arbizu se autodenunciara ante el juez Sergio Torres en 2008, visitaron las oficinas del estudio Argibay Molina para decirle al abogado de Arbizu que el Morgan iría a fondo para extraditarlo, y que contrataba a los fines el servicio del estudio de Roberto Durrieux, hombre fuerte de la dictadura que comandó Jorge Rafael Videla. Ambos presidentes del banco en la Argentina son además el nexo con la casa matriz en los Estados Unidos y con los intereses de la embajada en Argentina. Lubary y Minujin fueron quienes mantuvieron reuniones con representantes del FBI cuando el bureau de investigaciones intentó llevarse a Arbizu del país para juzgarlo por la estafa al banco, con certificados de extradición falsos.
Por debajo de ellos, y de contacto fluido y diario con el arrepentido aparecen Esteban Benegas Lynch, jefe de Operaciones de Bolsa del Morgan Argentina; y Fernando Balmaceda y Carlos De Marcos, los jefes del área de asesoría en compra y venta de empresa en Argentina. De allí salían los datos de nuevos clientes que captaba Arbizu.

El juez podrá enterarse el próximo jueves que toda la cúpula nacional aplicaba los lineamientos impuestos por Álvaro Martínez Fonts y Luke Palacio, jefes de Banca Privada para Latinoamérica y el Cono Sur, respectivamente. Fonts es quien contrató a Arbizu en noviembre del 2006, luego de que este dejara UBS; y junto a Palacio son hombres clave en la gran estafa cometida por Arbizu. Cuando el arrepentido confesó, estando en la Argentina, que había triangulado dinero entre tres cuentas de sus propios clientes (el supermercadista Carlos López, los políticos paraguayos con vínculos narcos Acevedo Quevedo y el ex Musimundo Garber), estafando al banco, el primero en saberlo fue Palacio. Y luego, Fonts, quien residía en los Estados Unidos, fue quien visitó a la entonces esposa de Arbizu y la puso en autos de la estafa. De hecho, Fonts fue quien le trabó a Arbizu todo acceso a dinero en bancos, lo privó de sus bienes y le pidió que volviera a los Estados Unidos, con la clara intención de que fuera preso allí sin divulgar más secretos de los manejos del Morgan. Luke Palacio era un hombre que mantenía un importante vínculo con el diputado y ex Morgan Alfonso Prat-Gay, a quien intentó seducir con comisiones para llevar al exterior el dinero de la venta de Loma Negra. Prat-Gay era y es el family agent de la fortuna de Amalita Fortabat (ver aparte). Actualmente, y luego del misterioso cierre del negocio de banca privada del Morgan en la Argentina, Palacio empezó a trabajar en el mismo metier, pero para el Citibank, entidad a la que arrió la mayoría de las cuentas que quedaron huérfanas del Morgan.  En Internet, distintos artículos destacan su pase entre bancos, como una especie de Lionel Messi de los grandes negociados.

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