LOS ARGENTINOS CUIDAMOS POCO A NUESTRO CORAZON

CORAZON

Los especialistas en salud pública saben que con prevención se evitarían en el país unas 80.000 muertes anuales por causas cardiovasculares. Nada más, ni nada menos. Sin embargo, los factores de riesgo “clásicos” y no tanto que van poniendo en peligro el corazón no ceden, según indica el primer seguimiento a cinco años de la población adulta de América latina, dado a conocer con motivo del Día Mundial del Corazón, que se celebra hoy.

Los resultados de la investigación, que coordina desde nuestro país el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para América del Sur (Cescas), describen una tendencia preocupante entre los argentinos de más de 35 años: la mitad hace poca actividad física, tres de cada diez fuman, y apenas un cuarto come suficiente frutas y verduras a diario. Pero eso no es todo. El 44% es hipertenso, el 15% tiene colesterol alto y el 9% es diabético.

“Las cifras son preocupantes. En general, la población conoce muy poco de enfermedades cardiovasculares, desconoce que en gran medida se pueden prevenir. Por lo tanto, en muchos casos hasta que no sobreviene un infarto o un ACV, la gente no actúa”, destaca el doctor Adolfo Rubinstein, investigador principal de este primer gran estudio del Cescas y director general del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria.

Recuerda que a la hipertensión (140-90 mmHg o más) y el colesterol alto (más de 240 mg/dl) “se las llama «enfermedades silenciosas» porque se presentan y progresan sin que las personas que las sufren se den cuenta. Por eso, muchos se enteran de que su salud cardiovascular no está bien cuando ya están enfermos”.

Estos resultados, que hasta ahora no se conocían para la población adulta con la certeza de los análisis de laboratorio y los controles clínicos cada dos años, son el punto de partida para saber cómo los factores de riesgo tradicionales (tabaquismo, sedentarismo, hipertensión) y no tanto (estrés, experiencias traumáticas, depresión) influyen en la aparición del infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular (ACV) y la insuficiencia cardíaca, entre otros.

En el tiempo, también mostrarán qué corregir para mejorar la prevención. En el estudio participan casi 8000 personas de la Argentina, Chile y Uruguay. Los criterios con los que se seleccionaron los 4000 argentinos de Bariloche y Marcos Paz; los 2000 chilenos de Temuco, y los 1580 uruguayos de Colonia Nicolich, Barros Blancos y Pando hacen que los resultados se puedan generalizar a la población de entre 35 y 74 años.

“Nuestra región necesitaba un estudio que hiciera una medición así, en el tiempo, porque el problema de acceso a la salud hace que muchas personas no sepan que son diabéticas o hipertensas, por ejemplo”, dice la doctora Vilma Irazola, coordinadora del Cescas y coinvestigadora de este primer gran estudio del centro, en el que también participan el Departamento de Epidemiología Cardiovascular de la Universidad de Tulane (Estados Unidos), la Universidad de la Frontera (Chile) y la Universidad de la República (Uruguay).

Lo que distingue a este estudio de los realizados hasta ahora es el seguimiento que se le realiza a cada participante cada dos años. No sólo se les pregunta sobre los hábitos y la calidad de vida, y se les controla la presión y el peso, sino que también se les realiza un electrocardiograma, se les mide el perímetro de cintura, se les realiza un estudio de la función respiratoria y se indagan otros factores de riesgo menos tradicionales y que podrían estar asociados con la aparición de la enfermedad cardiovascular, como el estrés, la depresión, otras enfermedades previas o las experiencias traumáticas, entre otros.

Además, se les extraen muestras de sangre para hacerles análisis de laboratorio (colesterol, glucemia, etcétera). Una parte de esas muestras está congelada a -89°C para, más adelante, poder medir distintos biomarcadores que podrían estar relacionados con la enfermedad cardiovascular y se están explorando.

Los investigadores ya descongelaron algunas de esas muestras para analizar algunos marcadores, como los inflamatorios, sobre los que existe más información. “Los valores del Cescas 1 para la población adulta argentina están un poco por encima de los de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo [que realiza el Ministerio de Salud] para el mismo grupo etario -comenta Irazola-. Por ejemplo: estamos reportando un 44% de hipertensos y un 9% de diabéticos en la población mayor de 35 años, cifras superiores a la de la encuesta nacional. ¿A qué se debe la diferencia? Seguramente, a que un gran porcentaje de los que son hipertensos y diabéticos no lo saben, entonces cuando se les pregunta en una encuesta, la respuesta es menor.”

 

Aunque las cifras varían, “no hay grandes diferencias con Chile y Uruguay”, aclara Irazola. Los resultados de la Argentina son algo mejores que en los países vecinos. En el mundo, ya se está empezando a ver un descenso de la carga de los factores de riesgo en la población. Aun así, continúan siendo el principal problema de salud pública. En nuestro país, existen distintas iniciativas para reducirlos.

“Es cierto que la genética importa, ya que la hipertensión y el colesterol alto tienen un alto componente hereditario, pero el 80% del riesgo cardiovascular lo representan los factores de riesgo modificables. Esto significa que el sedentarismo, el tabaquismo y el sobrepeso se pueden combatir. Y, si se revierten, las chances de padecer una enfermedad del corazón disminuyen un 80%”, finaliza Rubinstein.

Fuente: La Nación

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