A partir de hoy comenzaron a regir los aumentos en el transporte público en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con una suba del 251%. De esta forma, la Secretaría de Transporte de la Nación confirmó el nuevo cuadro tarifario propuesto por el Gobierno.

El boleto mínimo de colectivos pasó de 76,92 a 270 pesos, lo que implica un incremento de más del doble mientras que el de trenes escaló a 130 pesos para las pasajeros con Tarjeta Sube registrada a su nombre. Para quienes no cuenten con el registro, el monto será de 429,30 y 260 pesos, respectivamente, a partir del 1 de abril.

Con esta medida, quienes hagan un tramo de 0 a 3 km en colectivo deben pagar el mínimo de $270; un tramo de 3 a 6 km vale $300,78; el trayecto de 6 a 12 km se abona $323,95; de 12 a 27 km equivale a $347,15; y más de 27 km alcanza los $370,18. En el caso del tren, para todos los ramales, el tramo para la sección 1 es igual a $130; para la sección 2 tiene un valor de $169; y en lo que respecta la sección 3 el boleto se paga $208.

Es así que, tomando por caso una persona de a pie que se toma un colectivo y un tren, ida y vuelta, y abona el boleto mínimo, en un día gasta un total de $800, en una semana, contando solo los días hábiles, $4.000 y en solo un mes llegaría a pagar $16.000. Pero si, por ejemplo, toma dos colectivos, ida y vuelta, de 6 a 12 km, alcanzaría unos $26.000 por mes. Página 12 consultó a los pasajeros cómo afecta este aumento su día a día.

María José, quilmeña de 36 años, tiene dos hijos de 6 y 8, y trabaja como secretaria en un consultorio médico. Hasta el momento venía bien, pero esta semana los chicos empiezan las clases. Antes de ir a su trabajo, debe llevarlos en colectivo hasta la escuela y, cuando termina su turno, pasar a retirarlos. Con el aumento, el presupuesto se le escurre de las manos. “Ahora que arrancan de nuevo las clases tengo que calcular seis boletos más, porque los chicos también pagan, sumados a los dos de ida y vuelta de mi trabajo. Estuve haciendo cuentas y en un solo día voy a estar gastando como dos mil pesos y en un mes son más de 40 mil. No sé cómo voy a hacer, es insostenible”, comenta.

Mariella, tiene 25 años y vive en Avellaneda pero trabaja y estudia en Capital. Volvió de vacaciones esta semana y se espantó cuando el colectivero puso la tarifa actualizada. Según ella, como no vio “saltar a nadie”, se guardó la indignación.  “A mí me tomó por sorpresa. Sabía que iban a aumentar pero no me imaginé que era hoy, ni que iba a ser ese monto. Cuando el chofer me marcó 300 pesos, me quedé dura. Por suerte tenía saldo. Todavía no llegué a registrar la Sube tampoco. La verdad, se está haciendo muy difícil. Entre la comida, los servicios y ahora esto, nos están ahogando“.

Oriundo del barrio porteño de Flores, Iván, de 29 años, trabaja hace cinco como cajero en un supermercado. Si bien vive solo y no alquila, con su sueldo tiene que ayudar económicamente a sus padres, que ya son jubilados, y con los aumentos todo se está poniendo “mucho más duro que antes”. “Lo que aumentó el transporte me parece una locura, es mucho más que el doble, es impagable. Yo decidí empezar a hacer una parte del trayecto en bici para ahorrarme un bondi. Pero aún así, tomandome un solo colectivo, me parece una vergüenza tener que estar pagando 12 lucas por mes para ir a trabajar”.

Luis, tiene 32 años, vive en San Martín y es empleado en un local de ropa en microcentro. Tiene un bebé de seis meses y, por el momento, su esposa está sin trabajo para poder cuidar a su hijo. Con lo que gana mantiene a los tres y el mes que viene le aumentan el alquiler al doble. “El aumento nos parte a la mitad. Yo me tomo bondi y tren todos los días, se me va la guita con esto, ni hablar el alquiler. Pero como tengo que seguir yendo a trabajar para mantener a mi familia, vamos a tener que recortar otra cosa. Quizá algún gustito que nos podíamos dar los fines de semana”.

Mudado solo hace unos meses, Manuel, de 21 años, vive en Devoto, trabaja en un callcenter los días de semana y en un bar los sábados. Se toma un colectivo, un tren y luego camina 15 cuadras para no tener que tomarse otro transporte. Con dos trabajos, llega justo a fin de mes y está considerando conseguir alguna changa más para estar un poco más tranquilo. Desde que asumió el gobierno de Milei le preocupa mucho “a dónde irá a parar el país”.  “Son unos dementes. Se llenan la boca mandando a todos a trabajar y te matan con el colectivo. Cómo quieren que vayamos, me pregunto. Yo hasta pensé seriamente en agarrar la bici pero es un viaje muy largo para hacer ida y vuelta todos los días. Imposible”.

Para Vanesa, de 60 años, el aumento es un “disparate”. Se jubiló hace poco pero sigue trabajando porque con la mínima no llega “ni a la esquina”. No entiende “en qué momento los gobernantes se volvieron locos” y empezaron a mandar “en contra de la gente”.  “Yo viví otras crisis, viví la hiper de los 90 y siento que estamos retrocediendo. Me parece innecesario tener que ajustarle al pueblo, habiendo dicho que venían por la casta. Nos toman el pelo”.

Ana, vecina de Laferrere, es empleada doméstica y está registrada. Para ir a trabajar tiene una larga travesía por la ciudad. Se toma tres colectivos. Uno desde su casa para ir hasta la estación de su localidad. Allí un segundo, ya sea el 86 o 96 hasta Constitución, y luego otro más para llegar a la primera casa en la que trabaja (luego va hasta una segunda casa). El primer colectivo, que antes le salía 72 pesos, hoy lo pagó 340. Luego, el 86, que hace su trayecto por autopista, y que lo pagaba 184, salió 647 pesos. Finalemente, por el tercer micro abonó unos 270 pesos. Parecido a un problema matemático podemos preguntarnos ¿cuánto gastó Ana en total ida y vuelta este martes? Ana pagó 2.514 pesos.

Pero al problema del valor del boleto se le suman otros inconvenientes. Ana ayer estuvo desde las 7 de la mañana esperando el 86 y pudo subir recién a las 8.40. Como la línea bajó su frecuencia, los bondis vienen llenos y siguen de largo. La mujer tenía que llegar a su trabajo entre las 8.30 y 9 llegó recién a las 10.30, lo que hizo que se atrase más para volver, porque trabaja además en otra casa y cobra por hora.

Por otro lado, la alternativa que podría presentar el transporte mediante combis se aprovecha del aumento de las tarifas y de la baja de frecuencia, aumentando sus precios a más del doble y funcionando con irregularidades, como el traslado de pasajeros sin asiento, aunque esté prohibido.