Miles de refugiados llegaron a Munich y las autoridades piden solidaridad al resto de Alemania

El secretario general de la Unión Socialcristiana, Andreas Scheuer, el aliado bávaro del gobierno de la canciller Angela Merkel, celebró la hospitalidad mostrada a lo largo del fin de semana por cientos de ciudadanos, aunque recordó que su fuerza, que gobierna localmente, no está de acuerdo con la decisión de abrir las fronteras.

“Alemania no puede resolver en solitario los problemas de migración de este mundo”, dijo Scheuer, cuyo partido es considerado como el ala bávara de la Unión Cristianodemócrata de Merkel, según la agencia de noticias EFE.

Pese a esa oposición y a la tensión que domina la coalición de gobierno, los gobiernos de Baviera y de su capital, Munich, abrieron varios centros de refugiados, los tres principales en esta última ciudad.

Dos fueron instalados en salas del principal pabellón de ferias de Munich y el tercero cerca de la estación de tren a donde llegan las columnas de refugiados que vienen viajando a través de los Balcanes y que, después de varios días de tensión, espera y hasta represión, lograron cruzar Hungría y Austria.

El gobierno de Bavaria, el estado más grande Alemania, informó que a lo largo del día de ayer alrededor de 7.000 refugiados llegaron desde Austria y hoy el número rondaba en 5.300, según la cadena de noticias CNN.

La gran mayoría son ciudadanos sirios que escapan de la guerra civil que hace más de cuatro años que destruye una de las potencias regionales más importantes de Medio Oriente y del mundo árabe.

La cifra de refugiados recién llegados a Alemania fue confirmada por el gobierno austríaco al informar que unos 40 trenes, regulares y especiales, partieron hoy desde Viena con destino a Munich, al igual que unos 20 colectivos que salieron de la ciudad de Salzburgo.

Pese a los temores por la posible reacción de los grupos de extrema derecha en Alemania, hasta ahora el clima ha sido muy tranquilo.

En sólo dos ocasiones grupos ultranacionalistas y xenófobos intentaron protestar contra la llegada de miles de refugiados, una vez en Munich y otra en la ciudad de Dortmund, una ciudad en el noroeste del país, más cerca de la frontera con Holanda.

En ambas ocasiones las protestas fueron frenadas por la policía y boicoteadas por grupos de izquierdas.