Represores que manejan el negocio de la seguridad privada

A mediados de los ’90, mientras el menemismo dejaba en la calle a miles de trabajadores, tuvo su boom un negocio que aún goza de buena salud: la seguridad privada. Por entonces, muchos obreros desempleados pasaron a engrosar las filas de ese “ejército” de vigiladores que, según cálculos extraoficiales, ya supera el millón de agentes en todo el país. Pero no fueron los únicos: militares y ex policías también se reciclaron en las agencias de seguridad privada, en un intento por “blanquear” sus prontuarios.

Tiempo Argentino pudo comprobar que, ya sea como fundadores, socios o a través de familiares, a estas empresas estuvieron vinculados, y en algunos casos lo siguen estando, varios represores y hasta tres genocidas prófugos, ex carapintadas y una larga lista de policías retirados.

El teniente coronel (R) Héctor Mario Schwab, miembro del grupo de tareas de Antonio Bussi en Tucumán, permanece fugitivo de la Justicia desde 2009, con una recompensa de $ 100 mil para quien aporte datos sobre su paradero. En 1998, Schwab fundó una compañía de seguridad, Scanner SA, que hoy está a nombre de su esposa, Ada Palermo, y de sus hijas Constanza y Pía, de acuerdo con la documentación a la que accedió Tiempo. Los Schwab tienen estrechos vínculos con el mayor (R) Pedro Rafael Mercado, esposo de Cecilia Pando –ferviente defensora de la dictadura–, que también tiene su empresa de vigiladores: K9.

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