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Víctor Santa María, el sindicalista empresario que gana poder

Escrito por Radio Gremial

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Es el jefe de los porteros del Suterh, presidente del PJ porteño y propietario de un multimedio que está por expandirse; ubicó tropa propia en el gabinete y orbita cerca del presidente Crédito: Twitter / @victorsmaria

19 de septiembre de 2020  • 04:00 

Víctor Santa María es sindicalista, empresario y político. También dirigente deportivo. Es, además, uno de los hombres que orbitan cerca del presidente Alberto Fernández.

Como jefe del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta Horizontal (Suterh), acordó recientemente una de las paritarias más altas, con una suba anual de 29% para los porteros, en una negociación que para algunos resulta desigual por la influencia que ejerce sobre dos de las tres cámaras de administradores que ofician como patronal. Existe una cuarta, creada durante la gestión de Mauricio Macri, pero que no tendría habilitada la personería jurídica y gremial para cambiar la ecuación.

«Se ponen los sueldos solos», ironiza un operador que conoce el abecé de las paritarias. Lo que hace Santa María, en definitiva, es una práctica habitual de varios sindicalistas. Hugo Moyano, por ejemplo, apostó fuerte a la división en la Federación de Entidades del Transporte de Autocargas (Fadeeac) y fogoneó el surgimiento de otra federación empresaria, más poderosa e influyente, y con interlocutores conocidos y cercanos. «Hasta que los propietarios de edificios no tengan una representación más fuerte, la paritaria del Suterh seguirá siendo un viva la pepa», opina un exfuncionario que conoció en detalle cómo funciona el mecanismo.

La paritaria de los porteros resulta, además, desde hace años un punto de encuentro entre Santa María y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

«Negociar con Horacio es a veces más fácil que con el Ministerio de Trabajo», dice el jefe del Suterh, quien exploró alguna vez acuerdos con Pro en la Legislatura porteña, donde cuenta con dos legisladores propios: Matías Barroetaveña y Santiago Luis Roberto, que preside la Comisión de Legislación del Trabajo. También responde a él uno de los siete auditores de la ciudad. El vínculo sería tan aceitado que hay quienes aseguran que Santa María y el taxista Omar Viviani pusieron su estructura gremial a disposición para que Larreta derrotara en 2015 a Gabriela Michetti en la interna macrista.

En el ajedrez sindical, Santa María no integra la mesa chica de la CGT y es considerado un outsider, con sus terminales de poder más en la política y en los medios de comunicación que en el sindicalismo. «Es una voz más», relativiza su rol un jerárquico de la central obrera. En su última reelección en el Suterh, en 2017, apeló al voto electrónico como gesto de transparencia y modernización. Solo un gremio lo imitó. Fue, de todos modos, una puesta de escena: nunca tuvo oposición.

El empresario

En su rol de empresario, con el impulso del Gobierno, expandirá el mes próximo el multimedio que construyó sobre la estructura del sindicato con el lanzamiento de una señal de noticias a la que ya se incorporaron 200 personas, según Santa María. Aspira a crear un híbrido entre C5N, de Cristóbal López, y TN, del Grupo Clarín. «Será información sin contaminación política. No habrá contenidos editorializados, como los que tenemos en Página 12 o en AM 750», cuenta sin dar mucho más detalle sobre su difícil intento de hacer equilibrio en el medio de la grieta.

La nueva señal de noticias se llamará IP (Información Periodística) y se presentaría en sociedad el 17 de octubre próximo. La fecha no es casual: se conmemora el Día de la Lealtad Peronista y evoca a la primera transmisión de TV en el país, hace 69 años, con un discurso de Eva Perón. IP se sumará a una maquinaria mediática cada vez más amplia, que se anida bajo el Grupo Octubre, y que incluye al diario Página 12, el manejo de Canal 9, la operación de cuatro radios, las revistas El Planeta Urbano, Caras & Caretas, el semanario político Diario Z, y el fideicomiso cinematográfico Filmar, que ya produjo varias películas.

El político

Como político, la cosecha no viene por sus roles en el PJ porteño, del que es el presidente, ni por su banca como diputado del Parlasur, en donde su última actividad conocida fue una reunión virtual el 22 de julio pasado. La bonanza llegó por su cercanía y amistad con Alberto Fernández, con quien militó en el peronismo de la ciudad y de quien ofició de armador a partir de la bendición de Cristina Kirchner para que sea el candidato para destronar a Macri. Santa María se ofreció hasta de financista de la campaña electoral del Frente de Todos, a pesar de las restricciones por ley. Se conoce que la coalición tuvo que devolver medio millón de pesos provenientes de una donación de Edificar Seguros, una aseguradora vinculada al Suterh.

Santa María influyó en la designación de ministros en el gabinete, como es el caso de Nicolás Trotta, en Educación, y Francisco Meritello, exdirector del Grupo Octubre, como secretario de Medios; hizo que la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), fundada por él hace siete años, funcione como semillero de cuadros técnicos que le hacen hoy contrapeso a La Cámpora; recuperó el flujo de la pauta oficial para el conglomerado de medios, y hasta ubicó estratégicamente al abogado del gremio, Carlos Cruz, a cargo de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), el organismo antilavado que durante el macrismo impulsó una investigación judicial por una presunta maniobra de lavado de dinero.

Santa María fue denunciado en 2018 por la UIF tras detectar que movió US$1,9 millones desde una cuenta en Suiza para que su madre, Prostasia López, una jubilada de 83 años, ingresara en el blanqueo de capitales. La familia Santa María había tenido otros US$6,5 millones a través de dos fideicomisos suizos hasta agosto 2017. Pero la causa judicial, en manos del juez Claudio Bonadio, prácticamente no avanzó. «Se comprobó que nunca tuve la plata afuera, que tengo todo en el país», se defiende. Pero el expediente no estaría cerrado y se aguarda el resultado de un peritaje contable, según fuentes judiciales que conocen el caso.

Durante el macrismo, cuando la denuncia de la UIF prosperó, Santa María temió por su situación procesal. «Macri lo quería preso», denuncian un ministro y un legislador porteño de Cambiemos. ¿Qué lo salvó? Primero, el curso que adquirió la denuncia, que jamás fue agilizada por Bonadio. Y segundo, según fuentes tanto macristas como kirchneristas, salieron en su rescate Juan Manuel Olmos, actual jefe de asesores de Alberto Fernández, y Daniel Angelici, expresidente de Boca y con nexos en la Justicia Federal.

El año pasado, a los pocos días de haber sido ungido como candidato presidencial, Fernández delegó en Santa María, entre otros laderos, la misión de construir una alianza para vencer al macrismo. El domingo 9 de junio, por ejemplo, tuvo mucho que ver en el cruce televisivo en el aire de la señal C5N entre Fernández ySergio Massa. De ese intercambio derivó el surgimiento del Frente de Todos, con el tigrense reconciliado con el kirchnerismo. Aquel día, Santa María viajó a Tucumán en representación de Fernández para celebrar la reelección de Juan Manzur. De remera, jeans y zapatillas, el sindicalista empresario se movía triunfal esa noche tucumana por el despacho del gobernador.

Unos meses después, con la derrota de Cambiemos ya consumada, Santa María desembarcó otra vez en Tucumán, esta vez como parte de la tropa sindical que acompañó al presidente electo a lanzar una suerte de pacto social con la CGT y la Unión Industrial. El jefe del Suterh no se volvió con toda la comitiva. Prolongó la excursión para cerrar un negocio hotelero con el apoyo de Manzur, que cedió tierras fiscales en una de las zonas turísticas de la provincia.

 

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