“La desobediencia de Belgrano hizo posible la causa de Sudamérica”

Mucho gusto, soy Manuel Belgrano.” Parece un chiste, pero no lo es. Quien responde el saludo es un chozno del creador de la bandera, perteneciente a la quinta generación de la familia, aunque su testimonio no se justifica sólo por su descendencia. Manuel, licenciado en administración agraria de 60 años y residente en la ciudad bonaerense de Olavarría,

es vicepresidente del Instituto Nacional Belgraniano. Asiduo lector, no se define como un historiador, sino como “divulgador de la historia argentina, sobre todo de Belgrano”; ese prócer que “aspiraba a ser un buen hijo de la patria y terminó siendo el padre de ella. Humilde, magnánimo, con muchísimas virtudes”. Su historia familiar es así: Belgrano tuvo una hija, Manuela Mónica, que se casa con Manuel Vega Belgrano. Tienen tres hijos. Los dos primeros mueren solteros. Flora se casa con su primo, Juan Carlos Belgrano. “Ahí se recupera el apellido.” El matrimonio concibe a tres varones: Manuel, Mario y Néstor, abuelo del entrevistado, que con el reciente nacimiento de su nieto se aseguró que el nombre y apellido sigua dos generaciones más. La familia poseía el famoso cuadro del Belgrano de civil, pintado por François Carbonnier en 1815 en el viaje diplomático que el prócer hizo a Inglaterra. Esa imagen, reproducida en el billete de 10 pesos, fue vendida por la familia al Banco Olavarría en 1978, que luego lo donó al museo local, donde permanece hasta hoy. “Herencia material no quedó nada –aclara–. Nosotros conservamos la historia, quién fue, sus valores, y tratamos de seguir su ejemplo de conducta”, remarcó Belgrano, que habló con Tiempo Argentino al cumplirse 192 años del fallecimiento de su antepasado, al que destacó como “un ejemplo de funcionario público”.
–¿Qué nación quería a futuro Belgrano?
–Al igual que otros tantos, Belgrano tenía la idea de la libertad, y de constituir una gran nación suda-mericana, la Patria Grande bioceánica, que después no se pudo lograr. Él aspiraba a la independencia total y definitiva, su pensamiento era netamente federal y lo describe perfectamente bien en sus memorias como secretario perpetuo del Real Consulado en 1794. Brega por la construcción de escuelas en distintas disciplinas que no tenían, como náutica, matemáticas, dibujo y comercio. Pedía la introducción al país de cultivos importantes para la economía, como el cáñamo textil, pensando en productos elaborados que necesiten mano de obra. Hasta se refiere a la fertilización. Realmente fue un adelantado, el primer economista que tuvo América del Sud. A diferencia de otros patriotas que habían estudiado en Chuquisaca, él tiene la suerte de estar en Salamanca, España, por esa época y vive la Revolución Francesa. Incluso le pide autorización al Papa para leer libros prohibidos y lo traduce a Adam Smith. A su vez le suma principios de fisiócratas, que bregaban por la generación de riqueza en la tierra, y por supuesto que defiende el comercio, pero habla de controles. Tenía un concepto de la economía real que se debía de aplicar en estos lugares.
–¿Cómo fue su relación con el gobierno central?
–Han tenido roces permanentes, por ejemplo cuando decide parar y no bajar a Córdoba, como le habían ordenado. Si lo hacía los realistas estaban en Buenos Aires y se perdía la revolución. Se planta en Tucumán y triunfa. Esa desobediencia es la gran batalla de la soberanía y lo que salvó a la independencia no solamente de nuestra actual geografía argentina: fue lo que hizo posible la causa de toda Sudamérica.
–¿Con qué Belgrano se queda? ¿El civil, el ilustrado, el político, el educador, el militar?
–El político, porque si uno piensa lo que es ser político, abarca las otras disciplinas. Hizo cosas como actos de gobierno más que como militar, desde fundar pueblos como Curuzú Cuatiá, hasta la construcción de escuelas. Fue un gran precursor de la escuela pública, el primer adelantado, 50 años antes de Sarmiento; y reivindicaba a la mujer y su acceso a la educación, que era relegada en esa época, o destacando la figura de Juana Azurduy, primera capitana del ejército de la independencia. También fue un defensor del pueblo originario y los entendió perfectamente. En su primera expedición al Paraguay hace el reglamento a los 15 pueblos naturales de las misiones, el antecedente de la primera Constitución. Existe una sesión secreta de la Independencia el 6 de julio de 1816, donde propone una monarquía atemperada bajo un soberano inca, tuvo apoyo de San Martín y Güemes. Y a su vez hay algo muy importante que no se conoce mucho en la historia, es la bandera de la libertad civil, que hace Belgrano para el 25 mayo 1813, luego de reconquistado Jujuy. Es un paño blanco con el escudo de la asamblea del ’13 con modificaciones: el escudo de la asamblea tiene gorro frigio, y Belgrano le pone el gorro del soberano inca. Tuvo protocolo de bandera nacional y es el único paño que fehacientemente se sabe que Belgrano mandó a hacer.

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