Mariano Beristain
La sobrecolocación del Bonar 2024 es un claro triunfo de la Argentina sobre los poderosos fondos buitre. El Ministerio de Economía, a cargo de Axel Kicillof, jugó una pulseada fuerte en el terreno financiero y la ganó. Para tantear el mercado y en medio de un aluvión de amenazas del NML Capital de Paul Singer, Economía salió a colocar deuda por U$S 500 millones. Sin embargo recibió ofertas por U$S 1878,7 millones y terminó aceptando unos U$S 1415 millones, casi el triple de las necesidades originales. Kicillof dijo en Rusia que este resultado pone de manifiesto que los fondos buitre “no pudieron asustar” a los inversores con la amenaza que hicieron de intentar bloquear la colocación anunciada por Argentina.
La tasa de corte del 8,956% debería dejar también satisfecho al gobierno porque se encuentra a un nivel similar de la fallida colocación de diciembre del año pasado. Esta salida a los mercados es un éxito político para el gobierno. La Argentina saltó el “corralito” que le habían puesto los buitres. Existe un claro consenso internacional de los sectores más conservadores y derechistas del ámbito político, económico, financiero y judicial de castigar a la Argentina por llevar adelante una política de desendeudamiento que implicó una fuerte quita del capital original y plazos de pago amplios que se verificó en los canjes de 2005-2010. Pero no sólo eso, el problema de fondo hoy es la política heterodoxa gubernamental que el poder económico internacional aborrece. Otro dato: aunque es cierto que el país salió a tomar deuda, también es verdad que, a diferencia de otras épocas, lo hizo con el fin de poner en marcha obras de infraestructura y en ningún caso para pagar deuda corriente. Además, va a significar una bocanada de aire fresco para el Banco Central porque este jueves engrosarán las reservas unos U$S 1000 millones provenientes de inversores externos, aunque la colocación es local. La Argentina demostró que en el exterior ven al país con buenas ojos. Queda en evidencia también que se consolida la figura de Kicillof y aumentan sus chances de ocupar un puesto importante de cara a las próximas elecciones nacionales. Sobre todo teniendo en cuenta que el ministro es hoy una de las pocas cartas que garantiza la continuidad del modelo kirchnerista en su estado puro.
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