Entrevista a Juan Carlos Schmid. Secretario general de Dragado y Balizamiento

Como uno de los hombres más lúcidos del moyanismo, reconoce que la central obrera debe recuperar el “espiritu confederal”. Reclama que el Gobierno tienda canales de diálogo.

Pese a no pertenecer a un gremio de los más poderosos, Juan Carlos Schmid, secretario general del Sindicato de Dragado y Balizamiento, supo ganarse un lugar destacado en el Consejo Superior de la Confederación General del Trabajo. A cuatro meses de que la central obrera decida o no la continuidad de Hugo Moyano en la conducción, Schmid señala que el movimiento obrero se debe un profundo debate para definir un posicionamiento claro y definido en cuestiones que hacen al futuro del país y de la clase obrera en particular. Rechaza el argumento de los que hablan de un aislamiento de Moyano y asegura que nunca como ahora los sindicatos pequeños se sintieron tan respaldados. Acerca de la relación con el Gobierno, sostiene que la “sintonía fina no suena igual a profundización del modelo”.


–Desde el acto en Huracán, ¿el Gobierno y la CGT pasaron a diferir por primera vez en sus objetivos?
–No. Yo veo que es un momento propio de tensión por establecer la agenda. El Gobierno trata de imponer la suya y nosotros tenemos la nuestra. Dicho esto, también hay que considerar que en ningún momento la CGT ha declarado su confrontación con la marcha del Gobierno Nacional. Yo digo que estamos caminando en la misma dirección, el Gobierno va por la avenida y nosotros por la vereda.
–¿La sintonía fina declamada por la Presidenta la ven que va en contra de los trabajadores?
–No, pero veo con preocupación algunas cosas. Por ejemplo, cuando hay una comisión de seguimiento de las paritarias, los trabajadores quedamos en desventaja. Porque mientras el Gobierno pasa a contar con una herramienta real para llegar a los balances, nosotros no la tenemos. El diálogo social es tripartito y si nosotros no podemos participar, los únicos que van a sentarse a discutir si las empresas son tan o cuán rentables es el sector empresario y el Estado. Cuando se habla de sintonía fina, tiene al oído un timbre distinto que cuando se hablaba de profundización del modelo. Y de hecho, las dos cosas no significan lo mismo. Cuando nosotros convocamos a los trabajadores a la 9 de Julio fue bajo la consigna de profundizar el modelo. Y en eso estamos. Pero somos concientes de la crisis. De hecho, en la cuestión del comercio exterior y la restricción de importaciones hemos tenido una actitud muy prudente. No salimos a cuestionar como hicieron otros sectores, en un tema muy delicado y complicado de resolver.
–Más allá de que formalmente la Presidenta reciba o no a Moyano, ¿ustedes sienten que se cortaron canales de acceso más informales que antes mantenían con el Gobierno?
–Pienso que hay una etapa distinta. Después del 54% de votos obtenidos es evidente que esto ha sido así. De todas maneras, me parece que debe haber un cauce para discutir estas cosas. Si no es con la Presidenta, tiene que ser con algún equipo del Gobierno Nacional. Se han sentado con muchos adversarios de peso que en algún momento tuvieron una posición claramente de hostilidad hacia su gestión. Si lo hizo con esos sectores, ¿por qué no lo va a hacer con unos de los aliados estratégicos que tuvo hasta el momento y que no ha dado indicios de pasarse a la oposición?
–El discurso más confrontativo de Moyano tampoco ayudó a sumar a nuevos dirigentes que se encuentran alejados de la dirección de la CGT.
–En todo caso, pone en evidencia cuestiones que estaban instaladas desde hace tiempo. Los “Gordos” hace rato que no están adentro de la conducción. Hay compañeros que no comparten la visión que tiene el Consejo Directivo. No hay que perder de vista que estamos al final del mandato en la CGT. Entonces es claro que alguna de esas cuestiones juega. Creo que la mirada que hay que hacer es muy precisa. Hay que tener en cuenta que en los ocho años del actual Consejo Directivo se produjo la mayor recuperación de conquista y de beneficios que yo tanga noción. En todos los anteriores períodos hemos estado a la defensiva. Esa gestión se hizo bajo el mandato de Hugo Moyano.
–Pero da la sensación de que Moyano no cuenta con el apoyo interno que tenía cuando asumió su actual mandato.
–A mí me parece que es al revés, que ahora hay sindicatos que antes no estaban con nosotros. Por ejemplo, La Bancaria tiene una vinculación mucho mayor con Moyano que cuando estaba Zanola. Lo mismo sucede con la Unión Ferroviaria, desde que cayó preso Pedraza. Son dos sindicatos poderosos que antes estaban alejados de la conducción de la CGT. Me parece que cuando se habla del universo sindical se tiene un gran desconocimiento acerca de cómo se tejen las alianzas, cómo se dan los realineamientos, los intereses que hay en juego. Sectores que están más ligados a lo estatal, otros que están más ligados a la industria, al sector exportador. Todos esos intereses juegan cuando se discuten cuestiones internas. Por eso me provoca mucha sorpresa el desconocimiento del periodismo cuando se dice: “Ahora llegó la etapa industrial y tiene que ser un sindicalista de extracción sindical el que conduzca la CGT”. Lo importante de la CGT es que represente el interés colectivo, no que sea estatal, privado, industrial o de servicios.
–Justamente, las críticas a Moyano vienen por no comportarse como un secretario general más al que ahora le toca dirigir la CGT, sino como un dirigente que está por encima del resto.
–Es una mirada. Yo podría hacer el razonamiento a la inversa. Por qué no existe esa crítica de parte de los sindicatos más pequeños. Me parece que eso no es nuevo en el movimiento sindical. Yo admito que debemos mejorar lo que denominamos el espíritu confederal. Es decir que uno cuando está allí representa a su sindicato y fundamentalmente al conjunto de los sindicatos. Habrá que mejorar eso, pero yo nunca he visto una gestión que la columna del haber la tenga mucho más llena que la del debe.
–¿Moyano cuenta con los suficientes avales dentro de la CGT como para ir por un nuevo mandato?
–Primero hay que saber qué quiere hacer Moyano. Yo no tengo la certeza de que quiera seguir. Nunca se manifestó a través de una cosa o la otra. En todo caso, cuando lo hace utiliza un tono bastante impreciso. Del asado de hace unas semanas en la CGT, muchos sostuvieron que hubo nada más que 12 secretarios generales y en verdad hubo más de 50. Muchas veces lo importante no es eso. Me parece que el congreso de junio va a estar bastante repartido. Que muchos sindicatos y confederaciones pequeñas pueden llegar a jugar un rol importante. Y que esto es lo que lo hace apasionante en cuanto a la resolución. Creo que los que pregonan una alternativa hoy tienen menos chances de imponer un candidat que Moyano. Sino, hubieran sucedido otras cosas. Si tengo la mitad de los congresales voy para adelante. No espero junio, ni nada. Acá la cosa no es tan sencilla, está bastante repartida de los dos lados. Con el agregado de que hay alguien que tiene algo para mostrar, el resto está por verse.
–¿Usted es partidario de modificar el sistema de representación para que sea directamente el afiliado el que elija el futuro secretario general?
–Esto es tarea del congreso. Tendría que ser un congreso de unidad porque si no la propuesta no pasa del borrador. Esa es el problema que tenemos hoy. Yo además creo que debemos hacer un congreso que sea diferente a los que venimos desarrollando en los últimos años. La última vez que la CGT hizo un documento de análisis y de contribución para una agenda socio-económica fueron los 26 puntos de Saúl Ubaldini. Estamos a 30 años de aquel congreso. Me parece que es hora de que la CGT ponga en claro qué tipo de sociedad quiere, que vamos a hacer con los trabajadores informales, qué tipo de integración puede tener la Argentina, cómo abordamos el problema de la salud, qué sistema tributario queremos para nuestro país. Todo eso, lo tenemos que debatir, explicitar y ponerlo como respuesta a las necesidades de la clase trabajadora. Creemos que nos tenemos que unir para defender un programa de reivindicación, no para levantar la mano por “Moyano sí, Moyano, no”, o vetar a los “Gordos”. Si hacemos eso sólo, cometemos un gravísimo error. Tiene que ser un congreso en el que al mismo tiempo que se discuten las autoridades, se discuta este programa de reivindicaciones.
–¿El curso que tome la paritaria puede influir en el resultado final del congreso?
–Todo va a estar teñido por el telón de fondo de la resolución en la CGT. Las declaraciones, las posiciones, los rumores, las paritarias. Nos esperan meses movidos.

 

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